El sedentarismo se ha convertido en un mal que afecta a millones de personas, y las autoridades sanitarias lo definen como la falta de ejercicio físico regular, o al menos, el recomendado por la OMS que se basa en al menos 150 minutos de actividad a la semana. Lo aconsejable para poner fin a este problema se basa en la siguiente ecuación: realizar actividad física todos o casi todos días de la semana y en segundo lugar, reducir el tiempo de sedentarismo. Para personas adultas concretamente, se recomienda:
- Reducir los periodos sedentarios prolongados de más de dos horas seguidas, realizando descansos activos con sesiones cortas de estiramientos o dando un breve paseo.
- Cambiar el transporte motorizado (en coche, en autobús, en metro) por transporte activo (andando, en bici, etc.).
- Limitar el tiempo de pantalla (televisión, tabletas, consolas, teléfonos u ordenadores).
Pero atención porque un estudio, que recoge Vitónica en este artículo, nos da otra perspectiva de los posibles problemas de salud cardiovascular a edades avanzadas, y no culpa solo al sedentarismo. En este estudio llevado a cabo por, el Centro de Investigación Biomédica en Red de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en la Universidad de Castilla-La Mancha y en el Hospital Virgen del Valle de Toledo, dicen que el sedentarismo no sería la causa sino, la consecuencia de una falta de actividad física moderada o vigorosa en la salud de las personas, sobre todo de edad adulta. “Los niveles más bajos de actividad física moderada-vigorosa predicen el desarrollo de mayor fragilidad en las personas mayores”, dicen en este estudio. Y se insta a la importancia de implementar actividades dirigidas y fomentar así los niveles de actividad física de intensidad moderada-vigorosa desde etapas más tempranas para promover el envejecimiento saludable y exitoso.
Con esto, podemos decir que a partir de los 60 años no sería suficiente con realizar ejercicio moderado sino que deberíamos apostar por realizar ejercicio de mayor intensidad tanto cardiovascular como de fuerza, a veces, muy infravalorado en los adultos mayores y que, como nos decía un entrenador personal en este artículo, es tan vital: “Las actividades que combinen fuerza y cardio, serían las ideales, además de contar con un monitor que verifique que tu ejecución es la correcta y pueda adaptar los ejercicios a tus capacidades y nivel”. Asimismo, el Ministerio de Salud también suscribe la idea de “practicar actividad física, al menos tres días a la semana, que sea una actividad física debe ser multicomponente y variada, y que priorice trabajar la fuerza y equilibrio funcional”.
Y es que la clave para atenuar las disminución en la masa muscular y la función física asociadas al envejecimiento sería la práctica de este tipo de ejercicios ya que podrían "retrasar también los síntomas clínicos de fragilidad en adultos mayores", dicen en el mismo estudio, y evitar así la pescadilla que se muerde la cola de que "la fragilidad conduce al sedentarismo"
Fotos | Kampus Production Yan Krukau de Pexels
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