Tal y como explica el pediatra estadounidense Jonathan Williams, el mejor hábito para criar niños felices es uno muy sencillo: involucrarles en las tareas del hogar desde que son pequeños. Según la psicología, aquellos niños que nunca hicieron nada en casa y a los que sus padres no les dejaban hacer ni la cama, a menudo muestran estos seis comportamientos. No todos los niños que no ayudaron en casa los muestran ni todos los que muestran estos rasgos es que no ayudaran siendo niños, pero estos comportamientos comunes revelan cómo saltarse las tareas domésticas cuando eres un niño puede dejar una marca que nos dure hasta que somos adultos.
Son procrastinadores
La procrastinación, como bien explican en Psychology Today, es un hábito que puede venir de experiencias en la infancia. Es cierto que todo el mundo puede posponer las cosas de vez en cuando y ser algo completamente normal, pero cuando se convierte en una costumbre, puede tener que ver con la infancia y deberse tanto al miedo al fracaso como a las críticas en la infancia o a no haber aprendido la importancia de realizar las tareas del día a día.
Les cuesta trabajar en equipo
Cuanto antes iniciemos a los niños en tareas sencillas como poner la mesa o fregar los platos, antes conseguirán desarrollar una mentalidad basada en la cultura del esfuerzo individual para la mejora común. Como afirma Caroline Mendel, psicóloga clínica del Child Mind Institute, “les enseñan habilidades que los beneficiarán en muchos ámbitos de su vida como trabajar juntos y ser parte de un equipo”.
Tal y como explicaba el “Harvard Study of Adult Development”, ayudar en las tareas domésticas hace aprender a los niños a trabajar en equipo y a desarrollar empatía. Además, una investigación de la Universidad de Minnesota descubrió que el mejor predictor del éxito de los adultos jóvenes d era si participaban en las tareas del hogar a los tres o cuatro años porque la exposición temprana a responsabilidades compartidas sienta las bases para comprender el trabajo en equipo y así, prosperar cuando somos adultos.
Las tareas sencillas de casa son un misterio
Imaginemos que un niño jamás tuvo que preparar su mochila para ir al colegio, o para el día que tenía entrenamiento de baloncesto. Jamás echó a lavar la ropa, ni se preocupó de lavarla ni de guardarla ya limpia en el armario. Ahora es adulto y tiene que hacer una maleta para un viaje y la tarea se vuelve titánica. Comparte piso, pero es incapaz de mantener un orden mínimo ni de encargarse de la limpieza del baño cuando le toca.
Aristóteles decía que “las cosas que tenemos que aprender antes de poder hacerlas, las aprendemos haciéndolas”. El hecho de no haber realizado tareas domésticas cuando era niño le deja sin preparación para estas tareas cotidianas. No tuvo la oportunidad de aprenderlas y practicarlas y ahora es un adulto que ni siquiera sabe poner una lavadora.
Tienen dificultades para tomar la iniciativa
Cuando un niño realiza tareas domésticas básicas, como puede ser hacerse la cama, estamos desarrollando en él autonomía. Se le asigna una tarea y el crío aprende no solo lo que hay que hacer, también a tener iniciativa y responsabilidad. Este sentido temprano de responsabilidad se traduce en un mejor desempeño en el trabajo, relaciones más proactivas y una vida más satisfactoria y autónoma. Si no tuviste la oportunidad de aprender esto, es posible que ahora te cueste tomar la iniciativa no solo en casa, sino en cualquier ambiente.
Son dependientes
Déjame contarte la triste historia de un hombre que no aprendió a poner una lavadora hasta los 35 años y que durante 14 años de relación se dobló una camiseta en cinco ocasiones. La dejaba encima de la cama a la espera de que un hada del bosque las doblara por él. El hada era yo, y el inútil mi ex pareja. Mis sobrinos en cambio, se doblan su ropa solos desde los seis años. La diferencia entre ambos es que los segundos son independientes y el primero, una persona con una dependencia excesiva. Tiene todo el sentido que los niños que nunca hicieron cosas por sí solos se vuelvan adultos dependientes de otros para tareas tan sencillas como cocinar, limpiar o lavar la ropa.
No valoran el trabajo de los demás
Cuando hacemos tareas domésticas de niños aprendemos lo que cuesta mantener ordenado y limpio algo tan pequeño como nuestra habitación y aprendemos a valorar el esfuerzo de este tipo de trabajos. Para aquellos que nunca tuvieron que mover un dedo mientras crecían, este esfuerzo no es algo a tener en cuenta, como si un mago lo hiciera todo con un movimiento de varita. Lamentablemente no estamos en la casa de los Weasley y los platos no se friegan solos. Hay una persona que lo hace e invierte tiempo y energía en ello. Esta falta de apreciación puede extenderse más allá de su entorno inmediato y afectar incluso a sus relaciones porque no valoran plenamente los esfuerzos que hacen los demás.
Fotos | Vitaly Gariev en Unsplash, Annie Spratt en Unsplash y Annie Spratt en Unsplash
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