Todos conocemos a alguien con ese perfil. Una persona que interrumpe en un grupo de amigos, que habla cuando estamos contando algo y que, sin importar el contexto, interrumpe siempre la conversación para contar su punto de vista o peor aún, para cambiar de tema de una forma activa. Todos queremos sentirnos escuchados pero si no sentimos que lo somos, la relación puede empezar a erosionarse. Las interrupciones constantes por parte de la misma persona se sienten como una falta de respeto hacia nosotros y nuestros pensamientos y tenemos una sensación de invasión del espacio personal, y la imposibilidad de concluir la idea de la que estábamos hablando, afectan negativamente el proceso comunicativo.
Como explicaba Maria Venetis, profesora asociada de Comunicación en la Universidad de Rutgers, a The New York Times, puede sentirse degradante y condescendiente y llegar a enfadarnos “porque insinúa que mis ideas o mi participación no son válidas”. Esa interrumpidos resulta tan irritante que, según una investigación de Susan RoAne para su libro ‘What Do I Say Next’, es uno de los tres principales factores que acaban con una conversación.
Los motivos por lo que la persona interrumpe van más allá de que sea impertinente o un narcisista al que poco le importa lo que otros tienen que decir. Tampoco interrumpe necesariamente porque esté aburrida. Según la psicología, detrás de estos interrumpidos crónicos, hay diferentes factores que pueden ir desde rasgos de personalidad a trastornos psicológicos e incluso a diferencias culturales.
Existe una necesidad de control
Para algunos, interrumpir a los demás puede ser fruto de su impaciencia. Quizá la conversación no va por dónde quieren o está desarrollándose de una forma demasiado lenta bajo su juicio. Tal vez tienen unos objetivos definidos a los que quieren llegar y su forma de lograrlo es interrumpiendo y tomando así el control de la conversación para dirigirla.
Es un patrón aprendido en su familia
Existe la posibilidad de que ese adulto que interrumpe haya aprendido ese patrón siendo un niño. Esto puede hacer que parezca una conducta natural o algo que hacen casi automáticamente, porque realmente en su familia se comunican así. No es justificable, que vaya eso por delante, pero sí explicaría porque para algunas personas es algo casi innato que les cuesta evitar. Puede incluso que piensen que interrumpir a los demás es lo que hace que una conversación sea dinámica, sin tener conciencia de que su interlocutor puede recibirlo como algo negativo.
Tienen TDAH o les falta autocontrol
Según la Dra. Sharon Saline, “las personas con TDAH suelen tener un control de los impulsos verbales más débil y problemas con la memoria de trabajo y la metacognición. Puede interrumpir y no recordar esperar su turno porque no confía en sí mismo para recordar lo que quiere decir más tarde”. También ocurre con las personas neurodivergentes, las que están en el espectro autista y cualquier persona sin autocontrol.
Russell Barkley, especialista en TDAH, afirma en sus libros que estos síntomas surgen de déficits en la función ejecutiva del cerebro, que es la parte encargada de regular conductas, controlar impulsos y planificar acciones. Tienen dificultades para filtrar estímulos irrelevantes e incluso para filtrar sus propios pensamientos de los de los demás, lo que significa que pueden ser capaces de concentrarse en una conversación durante unos minutos antes de que su atención se desvíe.
Tienen pocas habilidades de escucha activa
Carl Rogers, impulsor de la psicología humanista, explicaba que durante la escucha activa es necesario que “el oyente suspenda sus propios juicios y se implique genuinamente en la experiencia del otro”. Solo así se puede hacer una correcta interpretación de lo que se transmite, cuando la escucha es consciente y hace uso de nuestras capacidades cognitivas, pero también es empática y usa la inteligencia emocional. Si la persona no tiene habilidades de escucha activa, en lugar de atender a lo que le dicen, está preparando mentalmente lo que quiere decir a continuación y es posible que pierda la paciencia y termine interrumpiendo.
Existe una excitación excesiva
La psicóloga Barbara Fredrickson indicaba en su investigación sobre comunicación emocional que las emociones positivas, como el entusiasmo, amplían la atención e impulsan a las personas a actuar con rapidez. En las interacciones sociales, esta excitación se traduce en una comunicación más activa y en la que es posible que se interrumpa. Como explican los expertos de VeryWellMind “interrumpen porque están tan entusiasmadas con lo que usted está diciendo que no pueden esperar hasta el final de su declaración para aportar sus propios pensamientos y sentimientos”. Ese exceso de ímpetu mal gestionado, lleva a que te interrumpan al hablar en lugar de gestionar esa emoción y dejar que la otra persona termine de decir lo que quería.
Puede ser una cuestión de género
El último motivo, y quizá el más curioso es que las diferencias de género pueden ser un motivo por el que se interrumpe. Un estudio de la Universidad George Washington descubrió que los hombres interrumpen a las mujeres un 33% más a menudo que a otros hombres. Joanna Wolfe, de la Universidad Carnegie Mellon, estudia el papel que desempeña el género en la comunicación y afirma que “las investigaciones han demostrado que los hombres son más propensos que las mujeres a realizar interrupciones intrusivas que silencian a otros oradores, y las mujeres son más propensas a ser el objetivo de estas interrupciones”. Da que pensar.
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