María Yuste
Editor SeniorSalir de excursión a pasar un día en plena naturaleza es siempre buena idea. No solo porque es una buena forma de levantarnos del sofá y hacer actividad física casi sin enterarnos sino también porque se ha demostrado que, más allá de los físicos, tiene beneficios mentales. No obstante, para quienes necesiten un aliciente más que la simple reconexión con el campo para ponerse en marcha, tenemos en España una ruta senderista muy especial que combina el andar con un poco de desnivel con la historia, la antropología e incluso el arte.
Se trata de una ruta circular, de apenas un kilómetro, por el barranco de Famorca. Ubicada en Alicante, lleva hasta dos yacimientos de arte rupestre aunque, ya de por sí, este barranco posee una gran belleza y es conocido por sus olivos centenarios. Eso sí, te recordamos que para ver el olivo más viejo de España hay que irse hasta la frontera de Tarragona con Castelló.
Un camino a 7.000 años atrás
Esta ruta no solo nos saca de casa a estirar las piernas y a que nos de la Vitamina D con el sol, también nos acerca a los que fueron nuestros primeros antepasados. Para ello, tenemos que trasladarnos primero a las afuera del pueblo de Castell de Castells, en la comarca de la Marina, al norte de la provincia de Alicante.
Aunque no conviene abandonar este pueblo sin haber probado los deliciosos “mintxos con farinetes i borra” de su gastronomía local y también la salmorra, Su monumento más importante es otro al que se llega siguiendo una pista asfaltada a las afueras y que conduce hacia el barranco de Famorca. Se trata del Santuario del Pla de Petracos, declarado Bien de Interés Cultural por la Generalitat Valenciana y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Joanbanjo
Es un conjunto de abrigos y una cueva de arte rupestre con pinturas que tienen unos 7000 años, representaciones de la parte más antigua del Neolítico y del Arte Levantino. Sin ser experto, ta vez no te suena a algo especial, pero lo cierto es que es un arte único que solo se encuentra esta parte de la península. Se llama así por el gran tamaño de las figuras representadas y por la esquematización del sentir religioso en símbolos sencillos.
Dicho de otro modo: son representaciones geométricas de figuras de humanos (mayoritariamente) y animales. Como muchas se encuentran en posturas de oración, se cree que representan escenas religiosas de los primeros agricultores y ganaderos que habitaron estas tierras.
Siendo sí, se piensa que la cueva podría haber sido utilizada por los antiguos pobladores tanto como vivienda y refugio o como un lugar especial destinado a celebrar rituales y reuniones sagradas para llamar a la fertilidad humana, animal y vegetal.
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El pasado caníbal de las cuevas de Santa Maira
No obstante, si te gustan este tipo de excuriones, puedes completarla también con otra cueva que se encuentra en Castell de Castells, a unos 25 km de la costa actual (aunque a 600 metros sobre el nivel del mar), en el paisaje abrupto y rocoso de la sierra de Alfaro.
Además de por sus pinturas, el yacimiento de las Cuevas de Santa Maira es famoso por los restos humanos encontrados en él y el enigma que nos plantean sobre su peculiar estilo de vida. Y es que en dichos huesos los arqueólogos encontraron marcas de dientes humanos, lo que quiere decir que sus antiguos moradores, en algún punto durante el final del último período glacial, practicaban el canibalismo.
Foto de portada | Jordi nll
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