Llegas al trabajo y alguien de tu equipo, al que apenas conoces, te pide un favor. Necesita que revises un proyecto y le des un feedback. Tienes más experiencia y él acaba de llegar y está inseguro. Sabes que ese favor son 45 minutos como mínimo porque quiere que le pases notas y le digas cómo mejorar. Miras el reloj, pero solo tienes libres 15 minutos. Te gustaría ayudarle porque eres buena persona y recuerdas bien el miedo que tuviste en tus primeros días trabajando, pero ese compañero pide más de lo que puedes dar ahora mismo y terminas por decir que no.
Es mejor una ayuda parcial en el trabajo que nada
Desechaste la idea de echarle una mano en lo poco que podías porque pensaste en que si no le dabas la ayuda completa que había pedido, lo poco que podías aportar no sería nunca suficiente. Subestimaste el valor de tu ayuda, aunque esta fuera parcial. No eres la única persona a la que le pasa porque esta investigación averiguó que aquellos dispuestos a ofrecer menos de lo solicitado subestiman significativamente el valor de lo que están dispuestas a proporcionar al receptor, es decir, quienes ayudan piensan que una ayuda parcial será poco apreciada por quien la recibe, cuando lo cierto es que cualquier pequeña contribución ayuda. Puede que en ese momento lo que puedes ofrecer sea mínimo, pero es algo.
En el caso que contábamos al principio, por ejemplo, puede que no pudieras dedicar una hora a revisar su presentación, pero puedes mandarle una tuya para que le sirva de ejemplo. Puedes recomendarle un truco de respiración para reducir sus niveles de nervios antes de la presentación. Puedes explicarle a grandes rasgos cómo es el cliente para que esté prevenido. Cualquier recurso, por pequeño que sea, puede ayudarle. Lo único que necesitamos es tirar de inteligencia emocional y empatía para ponernos en su lugar y pensar en qué podría serle de ayuda en ese caso concreto.

Aunque ayudar a otros además, fomenta el trabajo en equipo, la sensación de pertenencia y el buen ambiente laboral, no estamos obligados a hacerlo. Y este mensaje va dirigido a ti si eres people pleasure, porque si ayudar implica poner las necesidades de los demás por encima de las tuyas propias, quien sufre eres tú. Pero puedes ofrecer esa ayuda parcial porque para alguien necesitado de ayuda, cualquier gesto será bien recibido aunque sintamos que es poco.
Curiosamente no ocurre lo mismo si hablamos de ayudar cuando no te han pedido ayuda porque en ese caso, podemos hacer más mal que bien según un estudio del Instituto Federal de Seguridad y Salud en el Trabajo de Berlín. Según los investigadores, la intervención no deseada de un tercero obstaculiza el proceso de desarrollo personal que hace que aquellos que han recibido ayuda sientan que no son lo suficientemente válidos como para hacer el trabajo solos.
Fotos | KOBU Agency en Unsplash, Marvin Meyer en Unsplash
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