Puede que, llegada a cierta edad, de un año para otro, hayas notado cambios bastante evidentes que sentencian que la juventud ya es una época pasada. A veces surgen las preguntas, ¿cómo es posible un cambio tan repentino en 360 días? Otras veces en plena década de los 50, pasa año tras año y apenas notamos como el cuerpo comienza a envejecer. ¿Qué sucede entonces? ¿Existen edades claves en las que se nota más como nos hacemos mayores?
La respuesta a esta pregunta la tiene un estudio científico reciente llevado a cabo por la Universidad de Stanford, en el que se ha descubierto que los humanos envejecemos rápidamente en dos etapas: una alrededor de los 44 años y otra alrededor de los 60. Parece que todas esas veces que has pensado "wow, esta persona ha dado un gran cambio en solo un año", era porque quizás tenías razón y pudiera estar atravesando una de esas edades en las que la vejez es más notable.
Según la investigación, alrededor de los 44 y en torno a los 60 es cuando el ser humano pasa por una etapa que evidencia una especie de bajón y envejecemos más deprisa. Para llegar a esta conclusión, se recopilaron y analizaron más de 135.000 sustancias como ARN, proteínas, metabolitos, lípidos y bacterias, de 108 participantes. Fue a través de estos datos donde pudieron observar que, en torno a los 44 años, las personas tenían una combinación de moléculas radicalmente diferente a la de las personas unos años más jóvenes.
No estamos hablando solo de evidencias visuales como un envejecimiento más rápido de la piel y los músculos, sino también de factores que indicaban un aumento en el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o un metabolismo más lento del alcohol y la cafeína. En torno a los 60 años, volvía a darse esta situación. Ahí se observaba un sistema inmunológico más débil, una reducción de la función renal y una disminución del metabolismo de los carbohidratos que podrían llegar a desembocar en una diabetes de tipo 2.
¿Cómo podemos evitar este envejecimiento drástico?
Existen ciertos hábitos que pueden acelerar los procesos de envejecimiento, según señalan nuestros compañeros de Vitónica. Entre ellos nos encontramos con: el sedentarismo, el tabaquismo, beber alcohol con frecuencia, una ingesta elevada de sodio, un consumo excesivo de azúcares libres o añadidos, una baja o nula ingesta de verduras y frutas, así como tomar el sol de una forma desmedida o inadecuada, obviando las franjas de mayor radiación y olvidándonos de utilizar crema solar.
Desde Vitónica, la nutricionista Gabriela Gottau, también ha dado un par de pautas para poder paliar los factores de la edad. Entre ellos ha señalado ciertos nutrientes con efecto antiage.
- La fibra: este componente podría ayudarnos a reducir el riesgo de morir por diferentes causas y nos ayudaría a sumar años de vida, puesto que reduce los procesos inflamatorios en nuestro cuerpo.
- Ácidos grasos omega 3, especialmente EPA y DHA: su efecto antiiflamatorio podría ser un must para reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Disminuye también los riesgos de obesidad, además, puede favorecer la actividad antioxidante de nuestro organismo.
- Vitamina D: la conocida como la vitamina de la longevidad porque controla el estrés oxidativo, la inflamación, la angiogenesis y el daño celular que da lugar al envejecimiento de nuestro organismo.
- Vitamina C y E: estos dos son grandes antioxidantes ideales para prevenir daños celulares.
Está claro que las etapas vitales o las situaciones personales, tiene mucho que ver en esa evidencia del envejecimiento. Puesto que muchas veces las malas rachas quedan reflejadas en nuestro rostro y el interior de nuestro cuerpo. A esto le sumamos el componente de la genética que es diferente en cada ser humano y puede, tanto jugar a nuestro favor, como en contra. Contra el tiempo, evidentemente, no podemos luchar, pero una dieta equilibrada junto con una vida activa, pueden llegar a ser tu as en la manga.
Fotos | Vitaly Gariev en Pexels, Anna Shvets en Pexels
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