La cocina más tradicional de nuestra gastronomía esconde algunas costumbres que hemos adoptado sin darnos ni cuenta
Cuando le pregunté a mi madre como hacía las patatas a la importancia de mi abuela sus indicaciones estaban repletas de “un poco”, “la cantidad que veas”, “un trozo grande”, “un puñado” y demás frases en las que había gramos, ni mililitros, ni números por ningún lado. La cocina tradicional tiene mucho de gusto e instinto y en ocasiones poco de cantidades exactas. Es lo que comúnmente se conoce como cocinar a ojímetro, algo que hacía mi abuela, que hace mi madre y que cada vez hago más yo.
Hace mucho que nos dejó mi abuela pero la herencia que más disfruto suya está en las recetas que le enseñó a mi madre. Una de ellas es la paella. No te voy a hablar de los ingredientes ni nada por el estilo, sino de cómo sin saberlo mi abuela seguía una vieja costumbre valenciana.
Mi abuela usaba dos puñados por persona sin saber que esa medida es la exacta. Según el maestro arrocero José Luis Berlanga, un puñado equivale a 50 gramos y la medida perfecta de arroz para hacer una paella oscila entre los 100 y los 110 gramos por persona dependiendo del tipo de paella que hagas, así que los dos puñados están más que bien medidos. Cuando se trataba de un arroz caldoso, echaba solo un puñado por persona como hace mi madre con la sopa de fideos. Y si cocinaba para más gente, echaba los puñados correspondientes y siempre añadía dos puñados más para que nadie se quedara con hambre. Una ración extra por si las moscas.
La costumbre valenciana de echar una ración extra
Pues resulta que este extra no es invento de mi abuela, ni de la abuela o abuelo de nadie de mi generación, porque se trata de una costumbre valenciana con nombre propio y siglos de historia: la regaeta. Según Berlanga es una costumbre que jamás debería perderse y que él sigue practicando. "Siempre les añado la regaeta, que son esos dos puñados que añades al final, por si acaso".
La regaeta valenciana es una costumbre típica de la Comunidad Valenciana en la que se añaden un par de puñados adicionales de arroz, como una especie de "sobra" o reserva. Dos puñados de más que se echan cuando ya has calculado las cantidades por persona. Y aunque que se asocia a la elaboración de paellas y otros arroces, mi madre lo hace con cualquier cosa. Un par de puñados más de garbanzos para el cocido, un poco más de pasta para los macarrones con tomate. Una ración más de migas por si acaso. Transmitida de generación en generación, es una forma de asegurarse de que nadie se quede con ganas de repetir y no pueda.
Para mí es tradición y algo que he heredado sin darme ni cuenta y que mis sobrinas y sobrinos, la nueva generación, también han heredado. “Mejor que sobre”, como dice siempre mi madre mientras nos sonríe desde un extremo de la mesa cuando estamos todos. Y es que si pensamos que cuando nos juntamos toda la familia directa, con mis hermanos, cuñadas y sobrinos, sumamos 13 personas, echar de más por si alguien quiere repetir es la mejor de las ideas. Especialmente cuando los platos están tan buenos como lo estaba el arroz de mi abuela o como lo está el de mi madre.
Fotos | Wijs (Wise) en Pexels, Danie Franco en Unsplash
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