En la Edad Media era un manjar de ricos, pero ahora este plato nos parecería un despropósito incomestible

¿Imaginas comer pollo con azúcar o pescado con 40 especias distintas? El motivo por el que estas recetas triunfaban no es el que piensas

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María Yuste

Editor Senior

Si un ser humano de la Edad Media encontrara un agujero de gusano y apareciera de repente en nuestra linea temporal, lo más probable es que hasta la comida menos saludable y saturada de ingredientes destinados a estimular intensamente el sabor, tales como el glutamato, le pareciera un tanto insípida. Del mismo modo, a nuestros paladares modernos, los mayores manjares de su época nos parecerían incomestibles. Y es que a los comensales de la Edad Media que tenían poder adquisitivo como para poder darse banquetes, les gustaban mucho, pero que mucho las especias.

Que te sirvan en la mesa pescado, carne, vino y dulces, no te parecería tan alejado de lo que es una comida actual, sin embargo, sí supondría un auténtico shock cultural que viniera con bien de una salsa elaborada con 17 especias distintas. Y es que Michael Delahoyde, de la Universidad Estatal de Washington, explica que este es el número de especias distintas que podía llegar a contener una salsa para carnes. Aunque en algunas obras citan recetas con hasta 40 tipos diferentes.

Del mismo modo, otro ejemplo publicado recientemente en 'El País' hablaba de recetas de hasta 15 y abundante azúcar. Además del trabajo de expertos e historiadores, sabemos cómo comían los nobles medievales gracias a obras como 'El Llibre de Sent Soví', un manuscrito del XV (aunque se cree que parte de un original previo y perdido de 1324).Es el recetario más antiguo de su tipo en la Península Ibérica y contiene 72 recetas, como el pollo con azúcar.

Existe el mito extendido de que los cocineros de la época recurrían tanto a los condimentos para enmascarar el sabor de la carne en mal estado en un tiempo en el que no existían los frigoríficos eléctricos. Sin embargo, la realidad es que en la Edad Media ya eran conscientes de la importancia de consumir alimentos. Además, las especias eran demasiado caras para malgastarlas en carne putrefacta. De hecho, ellos ya tenían su propia forma de conservar la carne o el pescado: en salazón o con ayuda de vinagre, azúcar y miel.

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Además de cómo preparar estos platos, obras como la anteriormente mencionada también nos muestra cómo a los comensales de la Baja Edad Media les gustaba usar la gastronomía como símbolo de estatus. Si uno piensa en su recetario propio y trata de identificar a qué plato le pone mayor número de especias le sorprenderá el contraste. Sobre todo, teniendo en cuenta que ahora es mucho más fácil conseguir cualquiera de lo que lo era entonces, que no existían ni los supermercados ni la globalización y, por lo tanto, los costes eran mayores.

De este modo, en el medievo convertían la comida en en un ritual en el que presumir de su riqueza, dándole después las sobras a las clases más pobres. Así que es, en gran parte, es por esta búsqueda de distinción por lo que se producía este abuso de especias. Porque, aunque ahora las encontramos en cualquier supermercado a euro (o menos), en aquellos siglos, hasta el azúcar era un ingrediente que no estaba al alcance de todos los bolsillos. Además, hay que tener en cuenta la procedencia exótica y de importación de esto ingredientes...

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El caso es que así fue como el paladar medieval se fue acostumbrando a alimentos bien cargados de especias como la canela, clavo, nuez moscada, jengibre, pimienta, azafrán, macis, cardamomo o galanga, por nombrar algunas. Además de las especias y el azúcar, sabemos que en la Edad Media apreciaban las cocinas con grandes fogones y los trinchantes que cortaban y repartían la carne entre los comensales.

Eso sí, todo esto entre las clases pudicentes ya que no era extraño que quienes no tenían posibles consumieran la comida incluso fría. Finalmente, las especias parecieron perder fuerza en la cocina hacia el siglo XVI, otro dato que demuestra que la invención de la nevera y la conservación de la carne no tenían mucha influencia en esta moda gastronómica.

Foto de portada | Mary Harrsch

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