Mira, todos sabemos que los miembros de la familia real nunca protagonizarán una portada desvelando algún salseo o se sentarán en un plató dándole a la lengua el uno sobre el otro. Es por esto por lo que es esencial el testimonio de los empleados que han trabajado para ellos, ya que conocen el primera persona cómo son de puertas para adentro.
Y es aquí donde entra en acción Tom Quinn, quien acaba de sacar al mercado el libro 'Yes Ma'am: The Secret Life of Royal Servants [Sí, señora: la vida secreta de los sirvientes reales]', donde expone las anécdotas que han vivido aquellos que trabajadores que en un momento dado convivieron bajo el mismo techo que los royals británicos.
Sobre Carlos III, el autor ha revelado que sus manías se convirtieron en un quebradero de cabeza para sus trabajadores: "Tiene pequeños arranques de irritación con su personal; quizá no le han dado la taza de té correcta, los zapatos impecablemente lustrados o la pasta de dientes perfectamente aplicada en su cepillo de dientes, justo como a él le gusta. Pierde los estribos en un instante, pero normalmente se arrepiente enseguida", reza en las páginas de su obra.

El comportamiento del monarca ha sido heredado por el príncipe Guillermo, cuyas rabietas provienen de su niñez: "Las personas que tienen todo hecho desde la infancia tienden a ser bastante malcriadas y propensas a ataques de irritación porque no tienen ni idea del trabajo que supone lavar y planchar, pulir y coser, nunca lo han hecho", asegura un ex empleado destacando la presencia de Kate Middleton en el bienestar de su marido: "Ella lo calma cuando se pone un poco díscolo", añade.
Todo lo contrario ocurre con la princesa, que es venerada por su personal: "Todo el mundo me dice que Kate es muy simpática. La opinión general es que es muy diplomática y sabe decir: 'Vale, esto no funciona, así que vamos a cambiarlo', pero sin quejarse", apunta Quinn. No obstante, Middleton sí se reveló cuando le tocó afrontar la educación de sus hijos, Jorge, Carlota y Luis, negándose a seguir los pasos de sus predecesores.

Concretamente, la duquesa de Cambridge, a diferencia de Carlos y Diana, decidió ser una madre presente en el día a día de sus retoños: "Lo único con lo que fue tajante es con que no quería que sus hijos tuvieran el tipo de infancia que tuvo Guillermo, en la que pagaban a niñeras para que le cuidaran y no veía mucho a Diana o a Carlos. Ella quería participar en la vida de los niños y, aunque tiene una niñera, cambiaba los pañales y les daba de comer", resalta el escritor dejando claro que Kate está "mucho más involucrada que las generaciones anteriores de la realeza y pudo hacerlo porque sabía que tendría a su marido para apoyarla", reitera Quinn.
Fotos | Gtres
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