Imagina que estás de escapada en un pequeño pueblo perdido en Castilla-La Mancha y que, mientras paseas por sus calles, tienes de repente un momento de shock en el que no sabes si es que te has teletransportado a Barcelona. Esto es lo que puede pasarte si visitas Rillo de Gallo, en Guadalajara, donde de la nada te encuentras con un edificio modernista de estilo gaudiano que contrasta estrepitosamente con el resto de las arquitectura tradicional de la zona.
En la vega del río Saúco se encuentra esta pequeña localidad, perteneciente al Señorío de Molina, con menos de cien habitantes. Sin embargo, no solo es famosa por su peculiar edificación, sino también porque alberga unos importantes restos arqueológicos.
Ubicados en el Abrigo del Llano, se llaman Rillo I y Rillo II y son pinturas rupestres de la época del postpaleolítico, incluidas en el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo y declaradas Patrimonio de la Humanidad en la categoría de Paisajes Culturales por la UNESCO en 1998.
En el casco urbano de Rillo de Gallo podemos encontrar elementos típicos de la arquitectura molinesa, como la casa de los marqueses de Embid (que muestra en su fachada el escudo de armas barroco de la familia). En la plaza, principal núcleo de la población, se ubica una fuente pública decorada con el busto en bronce de D. Calixto Rodríguez, primer político en derrotar en las elecciones al Conde Romanones en 1910.
Desde aquí también se llega a la plaza el Callejón del Arco, donde hay una casa con un pasadizo por el que se dice que pasó el Cid de camino a Valencia. Aunque nada llama tanto la atención en Rillo Gallo como El Capricho rillano, su edificio modernistas que sigue un modelo gaudiano al borde de la carretera N-211 km 54.
El edificio es obra de Juan Antonio Martínez Moreno, vecino de Guadalajara, con claras influencias modernistas y del arquitecto Antonio Gaudí. De este modo, la casa tiene elementos como ranas, ojos, esfinges, girasoles y una serpiente. También elementos my gaudianos en forja y trencadís.
No obstante, su elemento más prominente es la serpiente que cae desde la azotea a lo largo de toda la altura del inmueble, en alusión a una leyenda del siglo XVII que recoge la existencia de una gigantesca culebra en la cercana dehesa de Villacabras, tan alta como un hombre, que habría sido avistada varias veces.
Fotos de portada | Fersanam
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