En un mundo en el que estamos rodeados por información de otras personas por culpa de las redes sociales, es frecuente que nos sintamos insatisfechos con nuestra vida. La mala costumbre de compararnos con otros es que por mucho éxito que pienses que tienes, si te comparas demasiado sentirás que no tienes nada. Iria Reguera, psicóloga y directora de Trendencias, nos explica que “todos tenemos expectativas para con nuestras vidas y no podemos evitar compararnos con los demás”. Sin embargo, enfocarnos en lo que no hemos conseguido y otros sí, “no nos permite centrarnos en todo lo que sí hemos logrado”. Por eso es momento de mirar dentro y tratar de responder de forma sincera estas preguntas con las que te darás cuenta de que tienes más éxito del que crees y probablemente, también eres más feliz de lo que pensabas.
¿Tengo suficiente dinero para tomar decisiones positivas con él?
Podríamos pensar que tener éxito, en términos financieros, es ser rico. Tengo una opinión diferente al respecto. En una época de mi vida me vi trabajando y sin cobrar. Mi jefe no podía pagarme y durante seis meses tuve que elegir entre comprar comida o tener contratado Netflix. El refranero español dice que “no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita”, algo que reafirma Arthur C. Brooks, el famoso profesor de Harvard experto en felicidad. Tal y como explicaba en el podcast de TheStreet, podemos centrarnos en ser felices cuando económicamente estamos tranquilos y siempre y cuando esa felicidad financiera no interfiera en la felicidad emocional. Por ejemplo, sin que ganar dinero se coma todo tu tiempo y solo trabajes.
Si ganas suficiente dinero y no gastas tanto como para poder tomar decisiones positivas sobre qué hacer con parte de él, en lugar de tener que gastar todo en sobrevivir, entonces tienes más éxito que muchos.
¿Puedo elegir a las personas que me rodean?
Si las personas que te rodean son las personas que quieres que estén a tu alrededor, no puedes negarme que eso es tener éxito. Hay mucha gente que se ve obligada a trabajar con bullys, a soportar a clientes desagradables, a vivir con compañeros de piso o familiares a los que no soportan y que no les soportan… No pueden elegir quién les rodea, pero si tú puedes, estás de enhorabuena. Y si no puedes, es hora de cambiar las cosas, porque algunas de esas personas están en tu vida porque has dejado que permanezcan en ella.
¿Pongo a otras personas en el foco de atención?
La diferencia entre alguien que siente el éxito como propio y alguien que busca el éxito desesperadamente radica en lo que hace cuando lo consigue. Me explico. Tu equipo y tú habéis terminado un proyecto estupendo y el cliente está más que encantado. Si lo primero que dices es lo que tú has hecho, buscando reconocimiento y elogios, estás buscando la validación externa. En cambio si pones a otras personas en el foco, personas que han trabajado contigo, y es dentro de ti donde te sientes orgulloso de tu trabajo y no por fuera, tienes más éxito que la mayoría. Tu felicidad proviene del éxito de los demás y no necesitas la gloria porque tú ya sabes lo que has logrado. Disfrutas de la validación de los demás pero no la necesitas. En esa diferencia sutil es donde está el verdadero éxito.
¿Veo mis dificultades como una oportunidad de aprendizaje?
No voy a decirte que el fracaso es el precedente al éxito porque lamentablemente es una de esas falacias que nos hicieron creer a los millennials, y que la ciencia ya ha desmentido. La tasa de éxitos tras fracasar no es tan alta como nos hicieron creer, pero lo cierto es que los errores, los fracasos y las dificultades sí son una forma de aprender y crecer personal y profesionalmente. Si aceptas cada error, lo asumes, aprendes de él y te haces responsable del mismo asegurándote de que no vuelva a cometerse, es posible que los resultados cambien. El motivo es que con el tiempo tendrás más éxito porque no dejarás de intentar ser mejor de lo que eres hoy.
¿Eres donante?
Adam Grant afirma en su libro ‘Dar y recibir: Por qué ayudar a los demás conduce al éxito’ que la gente de éxito tiene tres cosas en común: motivación, capacidad y oportunidad. Además necesitaremos trabajo, talento y suerte, pero para Grant “el éxito depende en gran parte de cómo interactuamos con los demás”. El experto asegura respecto a esto que hay dos tipos de personas: los que toman y los que dan. “Cada vez que interactuamos con alguien, debemos elegir entre intentar conseguir el máximo valor posible para nosotros o contribuir a que el otro consiga valor sin preocuparnos por lo que recibimos. Es decir, elegir entre ser receptores o ser donantes. Si eres del segundo grupo, tienes más éxito del que crees.
¿Cómo saber si lo eres? Es más sencillo de lo que crees. Imagínate que estás hablando con alguien a quien acabas de conocer en un entorno laboral. Tenéis cosas en común y de repente, uno de los dos dice que “necesita ayuda” con algo. Si eres quien pide ayuda, eres el receptor. Las personas que se sienten exitosas tienden a no ser receptivas, sino donantes. Se centran en ayudar a otros sin buscar un beneficio de ello. Eso sí, cuidado con convertirte en un people pleaser que dice que sí a todos por encima de sus necesidades y límites. Se trata de dar cuando estás en disposición de hacerlo y sin que eso te perjudique.
¿Siento que tengo un propósito?
Las personas exitosas tienen un propósito, normalmente relacionado con su trabajo. Aunque en realidad es al revés: encuentran un propósito y deciden trabajar en él, lo que les convierte en personas apasionadas y valientes. Si encuentras un propósito, algo que te inspira, te entusiasma, y te saca cada mañana de la cama, tienes más éxito de lo que crees. Y esto es independiente del dinero que ganes e incluso de lo que piensen los demás, porque estás viviendo a tu manera y esa es la mejor señal de éxito que existe.
¿Tengo amigos cercanos?
Dejamos para el final la gran pregunta. Si respondes sí de forma sincera a esta, tienes más ganado de lo que crees porque la Universidad de Harvard ya nos explicó en su Estudio del Desarrollo Adulto que lo que nos hace realmente felices son las relaciones interpersonales. Pero lo cierto es que las amistades cercanas, aquellas personas a las que llamarías en mitad de la noche y te cogerían el teléfono sin dudarlo, son cada vez más escasas. Según este estudio, el número de amigos con los que los encuestados sentían que podían discutir asuntos importantes ha pasado de 2,94 a 2,08 en los últimos 20 años.
Si puedes contar con dos o tres amistades que no te juzgan, que te quieren tal y como eres, y con las que puedes mostrarte completamente y sin tapujos, eres mucho más afortunado de lo que creías. Y tienes más éxito y felicidad que la mayoría. Ahora solo te queda darle valor a ese tiempo que disfrutas con ellos y a ser posible, aumentarlo. Ese es el verdadero secreto de la felicidad.
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