Adiós a James Harrison: el 'hombre del brazo de oro' que salvó más de un millón de vidas

El australiano salvó a millones de bebés gracias a sus donaciones altruistas

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Vanesa Soto

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El pasado 17 de febrero nos dejaba el conocido como "el hombre del brazo de oro", que murió a los 88 años en una residencia de Australia mientras dormía. Dedicó toda su vida al ferrocaril pero, no fue su empleo lo que le dió este famoso nombre, sino su gran labor a la sociedad ya que salvó a 2,4 millones de bebés incluído su nieto gracias a su sangre.

James Harrison siempre sintió verdadero terror a todo lo relacionado con agujas, pero a los 14 años, todo cambió al ser sometido a una cirugía de tórax que se complicó e hizo que necesitara 13 transfusiones de sangre. Cuando James despertó, su padre le contó lo sucedido haciéndole entender la importancia de esas donaciones y fue tal el impacto que le causó, que desde entonces no faltó a ninguna colecta donando cada dos semanas desde los 18 hasta los 81 años.

Los doctores hallaron en su plasma el tan valioso Anti-D, un componente esencial para la elaboración de terapias contra la enfermedad hemolítica del feto y del neonato (HDFN). Muchas madres embarazadas perdían a sus bebés debido a que, cuando el factor Rh de la sangre de la madre es negativo y el del padre es positivo, se crean anticuerpos que rechazan al feto. Es cierto que hoy en día es más común ser positivo que negativo pero en el caso de la segunda opción, siempre se recurre a la inyección.

El cuerpo de James producía una gran cantidad de antígeno D y gracias a cada donación, se salvaban a unos 2.000 bebés aproximadamente. Para evitar que sufriera anemia, se extraía el plasma de la sangre donada y se reinyectaban células rojas permitiéndole poder seguir con este proceso de donación con más frecuencia. En todas las ocasiones, las extracciones venían del brazo derecho y solo en 10 de ellas se produjo del izquierdo, lo que hizo que se llamase "brazo de oro" al que más recurrían para ello.

Sin duda, James Harrison ha tenido una vida llena de generosidad que tanto su propia hija como casi todo el país le va a agradecer por siempre dejando una huella imborrable en la ciencia y en los corazones australianos.

Fotos |Cruz Roja Australia

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