La filosofía griega aún tiene mucho valor si se adapta a los tiempos que vivimos
Las relaciones sociales pueden reducir el riesgo de padecer problemas de salud como la depresión, la hipertensión arterial y hasta un índice de masa corporal (IMC) poco saludable según los expertos. También se relacionan directamente con la felicidad. De hecho la Universidad de Harvard ya desveló que la verdadera clave de la felicidad eran las relaciones, y la amistad es, dentro de las relaciones que podemos tener, una de las más enriquecedoras.
Con el paso del tiempo ha cambiado la forma en que nos relacionamos. Los millennials, por ejemplo, son los que menor porcentaje de amigos dicen tener y según el Survey Center of American Life el 12% de los encuestados ni siquiera tienen un amigo, y eso es preocupante. A pesar de estar aparentemente siempre conectados, estamos en una especie de recesión de la amistad. Pero mirar al pasado puede ser la solución, concretamente mirar la amistad con los ojos de Aristóteles que aunque es conocido por su influencia en la ciencia y la política, tenía una forma de ver la amistad que sigue vigente a día de hoy.
Existen diferentes tipos de amistad, y todas son válidas
Aristóteles escribía ya en el siglo IV a.C. que “nadie elegiría vivir sin amigos”, aunque en su lugar pudiera tener todo lo demás. A niveles prácticos, Aristóteles distinguía tres tipos de amistad en su libro ‘Ética a Nicómaco': una basada en la utilidad, otra basada en el placer que recibimos de ella y otra basada en el carácter. Pero ¿cuál de ellas necesitamos cultivar? Realmente las tres, aunque para Arthur Brooks, profesor de la Harvard Business School y experto en felicidad, la amistad perfecta es aquella completamente desinteresada, la tercera que apuntaba Aristóteles.
Existe un lugar y un espacio para cada tipo de amistad y cada amistad funciona, según Aristóteles, cuando existe una comprensión compartida de su origen, por ejemplo en una amistad utilitaria. Si ambos sabemos que lo es, puede ser muy beneficiosa. Y fíjate bien en que digo que “si ambos lo sabemos”, porque Aristóteles aseguraba que “las diferencias entre amigos surgen con más frecuencia cuando la naturaleza de su amistad no es la que ellos creen que es”. Creemos que somos amigos de alguien que en realidad no lo es, o viceversa.
El filósofo griego apuntaba que la amistad basada en el carácter “es la forma más elevada”, pero solo podemos tener unos pocos amigos en esa fórmula, los amigos íntimos, porque hay que pasar mucho tiempo con esa persona para mantener este tipo de relación, y el tiempo, más ahora incluso que en la época de Aristóteles, es el bien más preciado que tenemos y el más limitado.
Según explicaba el doctor en Filosofía Geoffrey Greif, solo se pueden tener unas pocas amistades verdaderas si requieren implicación de tiempo. Con esto en mente, ¿prestas atención a tus amigos? Los verdaderos amigos requieren tiempo y cariño. Dedicar tiempo al menos a una de esas amistades para mantenerla, es la forma de que no se pierda con el tiempo y terminemos alejándonos.
La amistad debe ser recíproca
Para Aristóteles la amistad se basa en “buena voluntad recíproca y reconocida”. Es decir, es necesario que ambas partes aporten y ”conviene que el uno al otro se tengan buena voluntad y se deseen todo bien, y que esto lo entienda el uno del otro”, explicaba Aristóteles que distinguía así la amistad de las relaciones parasociales, un tipo de relación unilateral en la que se desarrollan sentimientos amistosos.
Este punto, y en parte por culpa de las redes sociales, nos puede dificultar distinguir una amistad real de una relación parasocial. Por ejemplo, los influencers comparten su vida personal y por ello, sus seguidores en redes sociales pueden desarrollar una sensación unilateral de intimidad porque saben cosas sobre él que antes sólo habría conocido un amigo íntimo.
La amistad necesita implicación física
Aristóteles afirmaba que “los amigos que se separan no son activamente amigos, pero tienen la disposición de serlo. Pues la separación no destruye absolutamente la amistad, aunque impide su ejercicio activo. Sin embargo, si la ausencia se prolonga, parece provocar el olvido del propio sentimiento amistoso”. Esto quiere decir que para que la amistad se mantenga, tenemos que hacer cosas juntos.
Aristóteles consideraba que la amistad es un estado o disposición que debe mantenerse mediante la actividad. Igual que la forma física se mantiene haciendo deporte, la amistad se mantiene compartiendo cosas. Esto no significa que tengamos que tener actividades en común, ya que la amistad puede persistir incluso sin ellas, pero si esto se prolonga en el tiempo, la amistad terminará por desaparecer. Este estudio afirma que aquellas personas que redujeron sus actividades durante el primer año de la pandemia de covid-19 experimentaron una disminución correspondiente en la calidad de sus amistades.
Un último apunte. Según Aristóteles, no puedes tener una amistad significativa con alguien que acabas de conocer. Y eso es una verdad a medias. Como explicaba Greif en Psychology Today, “en una sociedad móvil, y a medida que envejecemos, este principio puede requerir modificaciones. Podemos establecer relaciones significativas con personas que quizá no hayamos conocido en la infancia”. Las redes de apoyo no tienen por qué habernos acompañado toda la vida, y deberíamos estar abiertos a encontrar nuevas, y asumir que la amistad puede cambiar con el paso del tiempo.
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Fotos | Alejandro Magno (2004), Flickr, Rafael Public domain, vía Wikimedia Commons
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