Podemos usar el cuerpo como una herramienta de autoconocimiento que nos ayude a tomar mejores decisiones. Y a ser más felices
Estanislao Bachrach es doctor en Biología Molecular y ha dedicado su carrera científica a investigar la relación entre el cerebro y el comportamiento humano, buscando qué podría aportar la neurociencia al bienestar. Ha sido docente en el Departamento de Biología Molecular de la Universidad de Harvard, pero es conocido porque ha popularizado la inteligencia sensorial en su libro ‘Zensorialmente: Deja que tu cuerpo sea tu cerebro’.
Qué es la inteligencia emocional
Algunos autores la definen como “inteligencia somática” o “inteligencia del cuerpo”. Bachrach habla de “inteligencia sensorial” y hace referencia a esa capacidad de sentir lo que sentimos. “Escuchar, registrar y entender a nuestro cuerpo y su relación con el cerebro”, explica Bachrach en su libro. La inteligencia del cuerpo es la capacidad de percibir e interpretar los estímulos sensoriales del cuerpo. Es decir, es la habilidad de escuchar y entender las sensaciones físicas y emocionales que experimentamos, y utilizarlas para tomar mejores decisiones y aumentar nuestro bienestar.
Para Bachrach, "no somos un cerebro que tiene cuerpo, sino un cuerpo que contiene un cerebro" y "las sensaciones, a pesar de ser el aspecto más fascinante de nuestro sistema nervioso, es el menos entendido (y atendido)". El cuerpo y el cerebro están intrínsecamente conectados, y el primero puede proporcionar información valiosa al segundo, pero en muchas ocasiones lo pasamos por alto. Nos damos cuenta de que algo pasa cuando nos duele, pero las señales más sutiles no se percibe, y “cuando uno aprende a sentir las sutilezas del cuerpo, empieza a tomar mejores decisiones y empieza a generarse mayor bienestar”, como explicaba en una charla de Aprendemos Juntos 2030.
Cuando aprendemos a fijarnos en esas sensaciones como sed, apetito, sueño, fiebre, ganas de orinar o excitación sexual “se desarrolla en el cerebro las llamadas áreas interoceptivas, receptoras de la información que envía el interior de nuestro organismo” a nuestro cerebro, explica Bachrach. Esa es la inteligencia sensorial o somática, que como explica el experto, no actúa de forma aislada y trabaja con nuestra inteligencia racional y emocional.
Desde un punto de vista científico, usar el cuerpo como una herramienta de autoconocimiento nos permite “lograr un mayor desarrollo sensorial y entender, de esta forma, con más claridad lo que realmente nos importa", porque el experto asegura que "si se estudia el sistema nervioso, nos damos cuenta de que para el ser humano lo importante es sobrevivir, no ser feliz". Sin embargo nos concentramos en hallar la felicidad cuando puede ser nuestro cuerpo quien nos proporcione el verdadero bienestar. Si entendemos qué pasa en nuestro cuerpo y escuchamos, podremos actuar en consecuencia y tomar mejores decisiones.
El experto explicaba que desde el enfoque de la biología, “los pensamientos son ondas eléctricas y la electricidad es igual a energía”, ya que el cuerpo está compuesto de materia que, a nivel físico, está compuesta de un 0,001 de masa y de 99,99 de energía. Si el cuerpo es materia, es también por lo tanto energía que fluctúa. Lo que defiende Bachrach es que las sensaciones que se producen constantemente en nuestro cuerpo “hablan sobre nuestro estado de energía”, de una forma sutil pero que si se escucha, resulta tremendamente efectiva.
La mente sí tiene herramientas para engañarnos, pero el cuerpo nunca miente, como asegura el biólogo. Si te sientes cansada, estás cansada. De hecho escuchar al cuerpo podría considerarse una fuente más fiable de nuestro estado emocional que nuestra propia mente. Piensa en las reacciones de tu cuerpo, en tu lenguaje corporal, en tus sensaciones de frío, calor, tensión o miedo. Incluso en las llamadas intuiciones. Son señales que te da tu cuerpo.
Si aprendemos a percibir nuestro cuerpo correctamente, aumentará nuestra inteligencia, nos conoceremos mejor y “aprenderemos a atender a nuestro cuerpo cuando nos vaya diciendo 'por aquí, no; por aquí sí; descansa un poco; no lo llames; no reacciones, no contestes el WhatsApp, espera...'. Y toda esa información no es pensada, sino sentida", explica Bachrach. Entrenar la inteligencia del cuerpo nos ayuda además a ser menos reactivas ante situaciones desafiantes, lo que disminuye nuestro estrés, por ejemplo.
La mejor forma de conseguirlo según el experto es usando la meditación. En su libro explica que “una de las áreas que más se desarrollan en las personas que meditan de forma habitual son las áreas interoceptivas”, de las que hablábamos antes. Es decir, meditando, conseguiremos aumentar la inteligencia sensorial.
Además, el experto asegura que la respiración es una de las sensaciones corporales que más fácilmente podemos desarrollar y aprender. “Respiramos todo el tiempo, pero, en general, no prestamos atención a cómo lo hacemos. [...] El secreto radica en darse cuenta de ello". Introducir pequeños cambios en nuestra forma de respirar cambia nuestros estados de energía. Por ejemplo, respirar por la nariz cuando lo hacíamos por la boca, duplica nuestros niveles de energía según el experto.
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