El último lujo de los ultra ricos de Nueva York son restaurantes... que casi siempre están vacíos

Este tipo de establecimiento tiene un problema para los chefs: son tan exclusivos que nunca tienen reconocimiento

Nueva York
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Para los amantes a la guía Michelín la ciudad de Nueva York es una parada casi obligatoria. No existe otra urbe con tal número de recomendaciones y locales con la distinguida estrella. Sin embargo, incluso en el lujo hay niveles y niveles. Lo último: restaurantes con galardonados chefs cuya entrada está restringida a la mayoría de los mortales. De hecho, solo pueden acceder los propietarios de ciertas viviendas.

La exclusividad de 10 Cubed. La historia la contaba esta semana el New York Times. En el exclusivo restaurante 10 Cubed, ubicado en el piso 100 de la Central Park Tower de Nueva York, el chef Nduvo Salaam fusiona sus raíces africanas y caribeñas con la técnica clásica francesa para crear platos únicos que solo unos pocos privilegiados pueden degustar: los residentes del complejo.

Una historia rocambolesca, ya que la exclusividad de su entorno, a 300 metros de altura con vistas impresionantes de Central Park, conlleva para el chef un sentimiento de aislamiento profesional. Aunque su cocina es de primer nivel, el tráfico de comensales es más bien esporádico y el reconocimiento público que muchos chefs buscan en la era de las redes sociales le ha resultado esquivo.

Sí, Salaam trabaja en un espacio que, aunque lujoso, no recibe la atención mediática que obtienen los restaurantes públicos con largas listas de espera y virales en Instagram. Su clientela está compuesta por la élite mundial que reside en la torre, personas que frecuentemente están fuera de la ciudad, lo que deja a 10 Cubed vacío en muchas ocasiones, a pesar de la calidad de su oferta culinaria.

El auge del restaurante privado. Lo cierto es que la competencia por atraer a los compradores más ricos del mundo ha llevado a los rascacielos de la exclusiva Billionaires' Row a ofrecer servicios excepcionales, entre ellos estos restaurantes privados dirigidos por chefs galardonados con estrellas Michelin.

Los apartamentos en estas torres alcanzan precios astronómicos, como la unidad de cinco habitaciones en el piso 113 de la Central Park Tower, valorada en 59.5 millones de dólares. En este contexto, contar con un restaurante de alta gama es un atractivo casi indispensable para los residentes que esperan comodidades acordes a su estilo de vida.

Una tendencia inmobiliaria. Como decíamos, el concepto de restaurantes privados se ha convertido en una tendencia en el sector inmobiliario de lujo, con establecimientos como el de Shaun Hergatt en 432 Park Avenue o el de Alejandro Cortez en One Wall Street. Con todo, y a pesar de los elevados estándares gastronómicos, la falta de afluencia es un desafío común, con residentes que prefieren explorar la escena culinaria de la ciudad en lugar de cenar en casa.

Cosas de ricos, y una auténtica paradoja, ya que para mantener su funcionamiento, los establecimientos dependen de elevados costes de mantenimiento y cuotas mínimas de consumo impuestas... a los propios residentes.

La vida de un chef en la cima. En el reportaje del Times contaban que, aunque 10 Cubed le proporciona estabilidad y un ambiente de menor presión en comparación con los restaurantes públicos, Salaam enfrenta desafíos como esa falta de visibilidad y el anonimato profesional. A diferencia de chefs que disfrutan de reconocimiento mediático y premios, el hombre cocina para una audiencia más bien limitada, lo que le impide recibir críticas especializadas o aspirar a galardones gastronómicos.

Además, la naturaleza exclusiva de su restaurante implica también adaptarse a las exigencias de los residentes, quienes no dudan en hacer peticiones "fuera del menú", como solicitar huevos para el desayuno, algo totalmente impensable en restaurantes de renombre mundial (e incluso en los que no).

Visibilidad vs lujo. La exclusividad de sitios como 10 Cubed es el ejemplo perfecto que representan estos sitios, un arma de doble filo para los chefs como Salaam que trabajan en la gastronomía de lujo “privada”. Aunque disfruta de la tranquilidad y de un público selecto, carece del reconocimiento al que todo cocinero aspira y que podría obtener en un restaurante abierto al público.

De hecho, sus trabajos no están sujetos a las críticas de los medios especializados ni a la competencia de los chefs más reconocidos de la ciudad, lo que genera una sensación de aislamiento en el competitivo mundo de la gastronomía. Salaam, por ejemplo, admite al Times que le gustaríaser evaluado y comparado con esos otros chefs para demostrar el nivel de su cocina, aunque no para de repetir que valora la estabilidad que le ofrece su actual puesto.

En resumen, en el mundo de la gastronomía de lujo también hay niveles, aunque como vemos, esa exclusividad y privacidad se puede volver en contra de los profesionales que anhelan la exposición y reconocimiento del artista.

Imagen | CENTRAL PARK TOWER

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