Creemos que con que a nuestro hijo no le falta un plato de comida en la mesa, estamos cumpliendo como padres, pero la conciliación y la verdadera implicación en la educación de los niños es vital para que te consideren un buen padre
Es posible que hayas oído hablar del agotamiento en el trabajo, pero este síndrome, el burnout, puede darse también en el ámbito personal. Está caracterizado por “agotamiento emocional, despersonalización y disminución de la autorrealización”, y es el resultado de la exposición crónica a entornos emocionalmente agotadores, como ser padres a tiempo completo. Y no solo hablamos de vivir situaciones graves como la enfermedad de un hijo. Según la socióloga Isabelle Roskam, cualquier padre puede experimentarlo.
El estudio de Roskam que hemos citado, sugiere que las madres son más flexibles con sus expectativas sobre lo que significa ser madre y trabajadora. Estamos más preparadas para los cambios laborales que sufrimos al ser madres. Sensación de agotamiento abrumador, desapego emocional de los niños, pérdida de productividad y placer en su rol parental o cambios en el comportamiento, en la forma en que una madre o un padre actúa hacia sus hijos, son algunos de los síntomas de ese burnout parental.
En su investigación, la Dra. Roskam y la Dra. Moïra Mikolajczak, profesora de psicología en la Universidad Católica de Lovaina, descubrieron que la cantidad de tiempo que las personas pasaban trabajando no afecta al nivel de agotamiento que sentían en casa, pero la cantidad de flexibilidad en el trabajo sí. Es decir, el trabajo en sí no es el problema, sino conciliar la vida laboral con la vida familiar.
¿Y qué tiene que ver eso de ser un buen padre con el burnout? En realidad más de lo que parece. La crianza de los hijos puede ser al mismo tiempo difícil y gratificante. "Algunos de los sentimientos de resentimiento, vergüenza o culpa hacia los padres surgen porque vivimos en una sociedad que dice que debemos amar a nuestros hijos incondicionalmente y que si estamos frustrados, somos malos padres", explicaba la doctora Riana Elyse Anderson, profesora asistente de comportamiento saludable y educación sanitaria en la Universidad de Michigan. Tal vez saber qué es en realidad ser un buen padre, es el primer paso para evitar ese agotamiento.
Saben que los hijos no son responsabilidad de una sola persona
En el estudio de Roskam y Mikolajczak se asegura que el agotamiento de los padres es el resultado de un problema en el que los riesgos superan los recursos. Por ejemplo, un riesgo podría ser llevar a sus hijos a realizar actividades, lo que lleva mucho tiempo y nos conduce a un atasco enorme. Un recurso podría ser intercambiar las tareas de compartir el viaje con otra familia de forma semanal o que eso lo haga otro miembro de la familia como tu pareja. “Cuando los riesgos superan con creces los recursos, está peligrosamente desequilibrado y puede agotarse”, explicaban.
Podríamos aquí hablar de la carga mental, de la corresponsabilidad y de un largo etcétera, pero lo cierto es que vamos a simplificarlo para que sea más sencillo: un buen padre es aquel que entiende que no se trata de ayudar sino de compartir. El padre no ayuda a la madre, comparte responsabilidades.
No buscan la perfección
La Dra. Inger Burnett-Zeigler, psicóloga clínica y profesora asistente de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad Northwestern, explicaba en el NY Times que alejarnos de los debería y la perfección es vital. No necesitamos realmente hacer todo eso que creemos que debemos hacer. Me explico. Debes alimentar a tu hijo pero no necesitas que lleve un disfraz perfecto a la fiesta de carnaval. Debes cuidar la salud de tu hijo pero no necesitas que la cocina se quede recogida todas las noches. Y desde luego no necesitas que la cama esté perfectamente hecha, sino que tu hijo la haga él solo.
Las investigaciones sugieren que los padres perfeccionistas y aquellos que se presionan a sí mismos experimentan tasas más altas de agotamiento. Tenemos expectativas particulares sobre cómo se deben hacer las cosas, pero son poco realistas, aumentan nuestra carga y podemos eliminarlas, comenzando por evitar usar el "debería". Por ejemplo, si estás abrumado y te dices a ti mismo que “deberías” pasar más tiempo jugando con tus hijos, sólo conseguirás sentirte mal cuando no estés a la altura. Si hacemos caso a los expertos, existe un mayor riesgo de agotamiento en padres perfeccionistas, así que abandona ese perfeccionismo que no tiene cabida cuando llega un niño, y abraza la imperfección como en la filosofía wabi-sabi.
Se preocupan por el modelo que enseñan a sus hijos
Según Katty Kay y Claire Shipman, coautoras del libro ‘La clave de la confianza’, es importante no solo focalizarnos en la conciliación, sino que los padres se preocupen de cuál es el modelo que están enseñando a sus hijos. Es decir, no vale solo con decirles lo que está bien o mal, sino predicar con el ejemplo. Los niños aprenden por imitación, así que compartir las tareas domésticas en casa con tu pareja, y además hacer que ellos también participen, es una fórmula perfecta para evitar educar en estereotipos que a la larga, pasen factura.
Desarrollan nuevas habilidades de crianza
Tener un hijo es una de las mayores oportunidades de autodescubrimiento y crecimiento que tendría cualquier persona. No solo porque aprender y desarrollar nuevas habilidades nos ayude en la crianza de los niños, sino porque ese conocimiento nos ayuda en muchas otras áreas de nuestra vida.
Eve Rodsky, psicóloga organizacional formada en Harvard explicó a Katty Kay y Claire Shipman un ejercicio que representa lo que decimos. Un padre y una madre. Ella sufría agotamiento porque él no se hacía cargo de tareas en casa. El objetivo era que él, director ejecutivo de una empresa, se hiciera responsable de las tareas educativas del hijo de ambos. En Navidad, tuvieron que hacer un regalo de amigo invisible y el padre se comprometió no solo con la tarea en sí, sino con la implicación que ese regalo tenía para su hijo y para el destinatario. Ese padre ha llevado esa experiencia al lugar de trabajo y trata activamente de aportar un enfoque más empático a su liderazgo. Además, el ejercicio conjunto ayudó a que el padre se diera cuenta de lo divertido que podía ser pasar tiempo con su hijo, cuando en otro momento le parecía tedioso.
Desarrollar habilidades como padre puede dar una sensación de eficacia para disminuir los factores estresantes relacionados con la crianza y, como resultado, mitigar los sentimientos de agotamiento.
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