Ni pizca de gracia le hace a Cristina leer ciertos titulares. Cada miércoles, la infanta reza antes de llegar al kiosko para que su hija no aparezca en portada. No quiere que se hable de ella y mucho menos que la joven sienta atracción por el mundo mediático. Teme la influencia que Victoria Federica puede ejercer sobre ella y en su mente solo hay un objetivo: convencer a su niña para que se marche a la universidad.
Irene quiere estudiar, pero el dinero fácil resulta tentador para todos. Poco le costaría a la hija de Iñaki abrir su perfil de Instagram, publicar cuatro fotos y aceptar las decenas de ofertas que llegarían a su buzón. Las marcas se pegarían por tener a la Urdangarina en sus eventos y Victoria encontraría a su compañera perfecta. Imaginen la estampa: las Borbonas posando y desde Zarzuela rabiando.
Por el momento, Irene parece convencida de continuar su carrera académica. Su madre y su abuela, doña Sofía, insisten en que debe formarse en algún área. No importa si le gusta la informática, la hostelería o los animales. Todo es factible, pero debe estudiar. La vagancia no es una opción y debe entenderlo.
Y mientras la joven se convence de que pasará unos cuantos años estudiando bajo el flexo, su madre trabaja en la sombra para frenar a la prensa. Así lo revela Beatriz Cortázar en Informalia. Al parecer, la infanta "llama a algunos medios afines con el fin de que no hablen de su hija y no la conviertan en personaje del cotilleo diario".
Cristina descuelga el teléfono y pide que no saquen a Irene en portada. Entiende el interés mediático, pero de ningún modo permitirá que su hija no pueda salir a la calle por miedo a ser captada. Tan solo desea que la joven viva en paz su juventud y que los focos no le supongan un trauma.
Fotos | Antena 3 / Hola
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