La Gran Vía de Madrid se viste con el arte contemporáneo pero castizo del dúo millennial Los Bravú

El Palacio de la Música de Fundación Montemadrid tiene ahora un aire aún más contemporáneo y especial gracias a la intervención del dúo de artistas Los Bravú.

En plena Gran Vía madrileña, en el número 35, han alicatado la fachada del edificio que tiene casi 100 años de historia, obra del arquitecto Secundino Zuazo. La obra artística de Los Bravú estará presente durante todo el proceso de reforma que va a vivir el Palacio de la Música, cerrado desde 2008, y que se prolongará hasta 2022. “El objetivo es recuperarlo y devolverle su uso como espacio escénico de referencia dentro y fuera de la capital”, aseguran desde La casa Encendida que participa en este proyecto.

Se respetará el edificio original y mientras duren las obras, podremos disfrutar del arte de Los Bravú, una pareja artística formada por la salmantina Dea Gómez y el gallego Diego Omil. Juntos pintan, realizan esculturas, hacen cómics, ilustran y ahora también diseñan paredes de azulejo.

Su trabajo se inspira en la relación humana con los medios digitales o la vida rural de los jóvenes, pero también en problemas como la turistificación de las grandes ciudades. Esta nueva obra está realizada en azulejo típico madrileño y tiene unas dimensiones de más de 30 metros de ancho y casi 5 metros de altura. Al alcance de cualquier paseante de Gran vía es, además de una obra de arte, una forma de acceder a la cultura de Madrid ya que a través de códigos QR conectan con La Casa On, la plataforma digital de La Casa Encendida.

José Guirao, exministro de Cultura y director general de la Fundación Montemadrid explica que con el mural se buscaba expresar el futuro del propio edificio, “ligado a la música, el cine y el teatro en sus expresiones más amplias, desde lo más clásico a la innovación contemporánea”, y además, servir como escaparate temporal de la cultura madrileña.

En la obra, los dos jóvenes se inspiran en la iconografía castiza más clásica pero con el propio tinte habitual de los artistas, plagado de figuras femeninas contemporáneas. Y verlo en vivo es embriagador, lleno de detalles.

Las ilustraciones acuareladas clásicas en toda la fachada y en un único tono de azul, convierten una obra moderna en algo también con un punto clásico. Y como algo efímero, solo podremos disfrutarlo en las calles de la ciudad hasta que la obra finalice y de comienzo así a otro tipo de arte.

Fotos | La casa encendida, Fundación Montemadrid

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