Este pueblo blanco de Andalucía, menos conocido que Nerja o Marbella, es de los que mejor ha sabido conservar su pasado andalusí
Tiene guasa que siendo española; habiendo estado en Málaga y siendo los espetos que allí comí a la orilla del mar mi Imperio romano, hayan tenido que venir los británicos a descubrirme la existencia del bello Genalguacil. Ya sabía que esta provincia andaluza tiene pueblos tan encantadores como Nerja o Frigiliana (que hasta parece Mykonos o Santorini), y por no hablar de Ronda y Marbella. Sin embargo, lo de este descubrimiento de interior está a otro nivel. Tanto que el prestigioso 'The Times' lo ha nombrado el pueblo más bonito de todo Málaga.
Con sólo 530 habitantes y a 590 metros de altitud, este pueblo blanco es el más aislado de la Serranía de Ronda. Gracias a ello, su casco urbano de carácter andalusí está considerado el mejor conservado de la comarca. Incluso ya antes de llegar, el recorrido desde Estepona, que es el municipio costero más cercano, se hace por una de las carreteras más bonitas y sobrecogedoras de la provincia en lo que a paisaje se refiere.
A pesar de su tumultuosa historia de levantamientos, bandidajes y represalias, Genalguacil es un lugar muy tranquilo. Su origen es claramente árabe y eso se deja notar en una peculiar estructura urbana que se escalona adaptándose al empinado terreno. De este modo, el pueblo se distingue como una pincelada blanca sobre un horizonte verde de castaños, encinas y alcornoques.
Hasta su nombre proviene del árabe: "Gema-Al Wacir", que significa "los jardines del visir". No obstante, se han encontrado en el municipio restos arqueológicos que datan de la Prehistoria. También se sabe de la existencia en la antigüedad de minas de oro, plata y cobre. De hecho, aún quedan algunos vestigios de la explotación de estos minerales en un lugar conocido como Los Morteretes.
Fue en 1570 cuando se produjo la expulsión definitiva de los moriscos, siendo repoblado el territorio con cristianos viejos procedentes de Extremadura y otras zonas de Andalucía. Posteriormente, Genaguacil sería dado en señorío al Duque de Arcos, ducado al que perteneció hasta que fueron suprimidos dichos privilegios territoriales.
Gracias a la blancura de sus casas; su trazado, su silencio y el arte diseminado por sus rincones más típicos como si fuera un pueblo-museo, pasear por sus calles es un verdadero deleite. Además, si se visita el municipio en verano es obligado darse un baño en el río. Porque no hay que olvidar que más del 90% del territorio está cubierto de bosque.
De este modo, ofrece una variedad de experiencias en la naturaleza, la esencia del pasado morisco y hasta una viva agenda cultural relacionada con el arte. No obstante, cabe destacar que su edificio más notable, ese que no te puedes ir sin haber visto es la iglesia de San Pedro Mártir de Verona.
Se trata de un templo de estilo barroco con reminiscencias mozárabes. Aunque su primera construcción data del siglo XVI, fue destruido durante la rebelión morisca de 1570 y reconstruido ya en el siglo XVIII. Cuenta con una característica torre octogonal y tres naves separadas por arcos de medio punto.
Foto de portada | Stijn Nieuwendijk
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