¿Tienes tentaciones de espiar el móvil de tu pareja? Todo lo que tienes que saber antes de hacerlo y de que no haya marcha atrás

Tener tentaciones de espiar el móvil de tu pareja es un tema bastante peliagudo. En caso de que llegaras a hacerlo las consecuencias podrían ser muy graves. El Código Penal español castiga este acto como un delito contra la intimidad, basado en el derecho constitucional a la inviolabilidad de las comunicaciones y a preservar la intimidad personal, que puede ocasionar penas de prisión que van desde uno hasta cuatro años. De hecho, el pasado 15 de noviembre, una mujer fue condenada a 15 meses de cárcel por espiar el móvil de su marido, a pesar de que el fiscal pedía dos años y a pesar de que supuestamente sí tenía una amante.

Las nuevas tecnologías, en concreto las redes sociales, han hecho que destapar una posible doble vida sea de lo más fácil. Las ganas de perseguirle (prismáticos en mano) para saber a dónde va, con quién habla o qué hace cuando no estáis juntos son cosas del pasado. Con saber desbloquear su móvil es más que suficiente. El problema está en que ciertos mensajes, conversaciones antiguas o según que fotos te pueden llevar a hacer conjeturas equivocadas y a generar tensiones y reproches que pueden tirar por tierra la relación y arruinar tu vida si te lleva a juicio.

Una de cada tres personas espía el móvil de su pareja

A pesar de tratarse de un delito, y según un reciente estudio realizado por la compañía de ciberseguridad Kaspersky Lab y desarrollado por Toluna, una de cada tres personas espía el móvil de su pareja para conocer su actividad online. Sí, has leído bien, una de cada tres.

Además, del total de los 18.000 encuestados (de 18 países, en una relación de al menos seis meses y con más de 18 años), un 33% confiesa que ha discutido con su pareja después de que el otro le haya echado un ojo a su dispositivo más querido.

Espiar versus stalkear

Espiar el móvil de tu pareja o suplantar su identidad pueden ser sinónimo de delito. Hablamos de espiar en el sentido de coger su móvil y entrar en sus distintas aplicaciones: indagar en su mail o en sus cuentas bancarias, leer sus chats de Whatsapp, sus mensajes directos de Instagram, etc.

Otra cosa es stalkear. Este nuevo término que proviene del inglés del verbo to stalk, cuya definición es espiar, perseguir o acosar, ha variado un poco su significado y se utiliza cuando se hace un exhaustivo seguimiento de alguien en las redes sociales: su Twitter de arriba a abajo, sus últimos amigos añadidos en Facebook o sus likes en Instagram. Por hacer esto, que es el cotilleo de toda la vida pero aplicado a las nuevas tecnologías, no vas a ir a juicio. Pero si stalkeas a tu pareja y se entera, auguramos alguna que otra discusión.

Por qué surgen las tentaciones de espiar a la pareja

Pero, ¿por qué hay tanta gente que espía a su pareja o que tiene tentaciones de hacerlo? Según los expertos, las razones son celos, desconfianza, inseguridades y miedo.

Hay que estudiar bien la situación. Puede ser que tú seas un paranoico o un celoso compulsivo. Si siempre has tenido esa tentación y te sorprendes buscando programas de espionaje con cada una de tus parejas, empieza a pensar en que tienes que solucionar tu propio problema: los celos patológicos. Si no eres celoso por naturaleza y, de pronto, te surge esa inquietud, plantéate el por qué. ¿Hay algo que ha cambiado en el otro? ¿Tal vez sea su comportamiento? ¿La rutina? Intenta analizar las razones por las que se ha producido ese cambio en tu actitud.

En cualquiera de los casos, es normal que uno no se sienta orgulloso de querer espiar a su pareja porque...

  • Lleva a la desconfianza. Precisamente es su antónimo, la confianza, lo que hace que una relación fluya.

  • Transforma. De pronto te conviertes en una persona controladora y con pensamientos negativos. Ese personaje de las pelis que no mola nada de nada.

  • Provoca conflictos: discusiones de pareja innecesarias y dolorosas que hacen que la relación se vaya deteriorando.

En definitiva, esa sensación de querer espiar a tu pareja es una señal de que algo no funciona. Puede que veas que tú tienes un problema. Atájalo. Pero si no, si tu relación está en un punto delicado, lo ideal es que os sentéis a hablar de ello. Dónde os llevará esa conversación no lo sabremos hasta que tenga lugar, pero mejor eso que acabar fisgoneando y encontrando quién sabe qué...

Fotos | Up in the air, giphy.com

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