Una de las cosas que tienen las relaciones es que nadie te asegura que vayan a durar para siempre. Hacer las paces con esta idea resulta liberador, pero complicado. Porque el final de una relación supone tener que superar una ruptura de pareja y, no nos engañemos, nadie quiere hacerlo. Ni cuando eres la persona que termina la relación ni, mucho menos, cuando tu pareja le da fin sin que tú lo quisieras.
Dar por finalizado algo en lo que has puesto ilusión, cariño, expectativas y sueños, al tiempo que le dices adiós a una persona que ha sido importante en tu vida, es un duelo y, como tal, resulta doloroso y difícil. Por ello, no es raro que busquemos soluciones rápidas para acabar con el dolor.
Si a esto le sumamos que la vida, a veces, parece estar pensada para vivirla única y exclusivamente en pareja, que sigue existiendo cierto estigma hacia las personas solteras - especialmente a partir de cierta edad - y que muchas personas siguen midiendo su valor, o al menos parte de él, en tener a alguien que les quiera, no es raro que muchos corramos a intentar buscar otra relación lo más rápido posible.
No hay reglas generalizadas, pero las prisas no suelen ser buenas compañeras
Por supuesto, como en casi todo, no hay una regla que valga para todo el mundo. Lo que a unos nos funciona para los otros no sirve y viceversa. Es perfectamente posible que termines una relación y al día siguiente conozcas a la persona con la que pases el resto de tu vida, siendo una pareja absolutamente saludable. Por supuesto que lo es.
Pero la gran pregunta aquí es por qué inicias una nueva relación: ¿lo haces porque quieres estar con esa persona? ¿O lo haces porque no quieres estar solo? Es decir, ¿puedes estar sola y ser feliz, pero esa persona suma a tu felicidad? ¿O necesitas estar con alguien para sentirte querida, acompañada y válida? Y ahí es donde está la clave que indica que podrías necesitar pasar un tiempo sola.
La necesidad no ofrece buenos cimientos a una relación
Es perfectamente natural para los seres humanos tener miedo de la soledad. Somos personas sociales, y nos gusta sentirnos incluidos, querer y que nos quieran. La soledad no suele tener buena publicidad y no es raro que queramos evitarla a toda costa.
Pero eso lleva a la necesidad y la necesidad lleva a involucrarnos en relaciones por el simple hecho de tener a otra persona. Independientemente de si esa persona nos ofrece una relación saludable o no. Independientemente de si esa persona mejora nuestra soledad o la empeora. Por necesidad podemos acabar en relaciones que no acaban de funcionar del todo, que no nos hacen felices o, en el peor de los casos, que implican comportamientos dañinos e irrespetuosos que toleramos por miedo a ser abandonados.
Por necesidad nos ponemos una venda en los ojos porque preferimos tener a alguien, a toda cosa, antes que estar solos. Lo que no siempre nos damos cuenta es que el amor romántico no es la antítesis de la soledad. Y mientras no le perdamos el miedo a esta (entendida como no tener pareja) y no aprendamos a ser felices con nosotros mismos, más difícil será crear una relación saludable.
Tomarte un tiempo para estar solo después de una ruptura puede ayudar a la relación más importante de tu vida: la tuya contigo mismo
Hay una característica de las rupturas de pareja, independientemente de si son largas o cortas, y es que podemos salir de ellas sin saber quiénes somos. No es raro si tenemos en cuenta que cada persona que entra en nuestras vidas nos deja algo de ellos mismos y nosotros aprendemos un nuevo rol: el de su compañero. Cuando la relación termina tienes que decidir con qué te vas a quedar y con qué no y cómo lo vas a integrar a tu identidad ahora que ya no estás con esa persona.
Sentirte solo y sin saber quién eres puede no ser una buena combinación. Pero pasar un tiempo contigo mismo te ayudará a saber quién eres ahora, por ti mismo, después de esa relación y del tiempo.
Además, de eso, estar solo un tiempo después de una ruptura te puede ayudar a trabajar y cuidar la relación contigo mismo. Y esa es la relación más importante, porque sin duda alguna, a ti sí te vas a tener para siempre. Dedicarte tiempo, darte mimos y afecto a ti mismo, buscar qué cosas te gusta hacer y hacerlas, salir a comer, al cine o a un concierto solo si te apetece, todas esas pequeñas cosas te alejan del miedo a la soledad.
Pero, además de eso, te acercan hacia el amor propio y el respeto a tu persona. Cuanto más te aprecies y valores a ti mismo, menos riesgo tendrás de caer en una relación poco saludable solo por tener la validación de otra persona. Cuando disfrutes de tu tiempo contigo mismo, en soledad, o en compañía de tus amigos y de tus familiares, solo querrás en tu vida a personas que mejoren lo que ya tienes y es mucho más difícil que aceptes menos de lo que te mereces.
Dedicarte tiempo a ti mismo o misma después de una ruptura es una forma de autocuidado y te prepara para estar seguro de que la siguiente relación que tengas será porque quieres estar persona, aunque no necesites estar con ella.
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