Dos protagonistas con nombre propio, Jonah Hill y Emma Stone. Una droga que curará el dolor para siempre. Un Nueva York que parece el mismo de Gossip Girl pero que esconde una distopía ochentera. Alucinaciones que nos acercan a diferentes géneros y personajes. Y la historia de una conexión casi inexplicable. Entre luces de neón y giros que pondrán a prueba tu propia cordura se desarrolla Maniac, la serie más loca de Netflix, que bucea en los entresijos de la mente humana.
Se puede destruir el dolor. La mente se puede arreglar. Así comienza Maniac, la serie de Netflix dirigida por Cary Joji Fukunaga, (ganador del Emmy por True Detective en 2014) de la que ya te hablamos aquí y que se ha convertido en una de nuestras preferidas. ¿Quieres saber por qué?
Atención: spoiler alert. A continuación pueden desvelarse algunos detalles de la serie. No continúes leyendo si aún no has sido víctima de la locura de Maniac.
Maniac: una trama complicada en la que (en ocasiones) podrías perderte
El ensayo clínico nos llevará por diferentes géneros, escenarios e historias a través de las alucinaciones de los pacientes. Por eso en Maniac puedes encontrar una búsqueda de un capítulo secreto del Quijote, un escenario tolkieniano con elfos o un matrimonio que busca a lémur perdido. Y eso que solo son diez capítulos.
Este ir y venir por diferentes realidades con los mismos personajes siendo diferentes personas, hará que haya momentos en que te sientas perdido. Momentos incluso en que desconectes y mires tu Instagram, pero no te rindas, porque la trama se irá desarrollando y todo encajará al final. Un puzzle que parece complicado en un primer momento, pero que tiene mucho sentido (a pesar de la locura que parece).
Emma Stone, motivo más que suficiente para enamorarte de lo nuevo de Netflix
Si hay algo que nos ha encantado de Maniac, es Emma Stone. En toda su magnitud y su esplendor. La estadounidense ha hecho gala de su talento en la primera serie que protagoniza, y consigue comerse a sus compañeros en pantalla, consiguiendo que fijemos la atención en ella en todo momento. En sus gestos, en sus inmensos ojos y en los diferentes estilismos de sus múltiples personajes.
Es, junto con la estética visual, lo mejor de la serie. Su personaje, Annie Landsberg, es dolor y culpa. Está enfadada, cansada y bloqueada. Le resulta imposible continuar adelante después de perder a su hermana, y prefiere refugiarse en ese trauma reviviéndolo una y otra vez gracias a tomar la primera pastilla del experimento clínico al que acaba acudiendo. La profundidad de su dolor es tanta, que cuando la primera lágrima rodó por su mejilla se nos puso la piel de gallina.
Jonah Hill, la perfecta pareja de Emma Stone
La verdad es que no hemos conseguido conectar con Owen tanto como lo hicimos con Annie. Su sutil tristeza perenne no es tan convincente como lo fue su hambre de poder en El lobo de Wall Street (por el que estuvo nominado al Oscar), pero es innegable que hace una pareja maravillosa con Emma Stone.
El personaje de Jonah, Owen Milgrim, es el introvertido y mentalmente inestable hijo de una familia adinerada. Y le persigue una psicosis con el aspecto de su hermano Jed (Billy Magnussen) que le insiste con algo que hace que se obsesione: está destinado a salvar el mundo. Podemos notar la conexión con Emma Stone y esa es una razón más para desear ver Maniac: la unión de Owen y Annie es el todo en esta locura.
Estética vibrante y cargada de neones
Maniac toma prestada la estética del diseño japonés con ambientes vibrantes y cargada de colores neón en un Nueva York mucho más avanzado tecnológicamente hablando que el que pisaríamos ahora mismo. Eso sí, con un acabado final ochentero que nos regala maravillas como una inteligencia artificial llamada GRTA que tiene sentimientos reales (al más puro estilo Her) pero está enmascarada en la apariencia de los primeros IBM.
La conexión entre las personas, el hilo argumental de donde nace Maniac
La gran mayoría de los capítulos de esta serie se desarrollan en la mente de Owen y Annie, que por azares del destino acaban conectados el uno al otro de forma irremediable. Las alucinaciones se producen en forma de sueños que parecen las capas de una cebolla. Unas sobre otras, pero conectadas de alguna manera. Así, no es difícil jugar a descubrir que es igual en unos sueños que en otros. El cubo de Rubick. La combinación de números 5,6,7,8. Un cocktail. Los nombres. Los miedos que se repiten en los diferentes personajes. Todo está conectado de una forma maravillosa.
Maniac es la demostración de que existen diferentes aspectos de nuestro mismo yo que conforman lo que somos y que se ve reflejado en los diferentes personajes que van a apareciendo en las alucinaciones de Annie y Owen. Pero no son esos personajes, la droga experimental, el dolor o los trastornos de personalidad lo que supone la fuerza vital de una serie que nos ha enamorado.
Lo realmente importante en Maniac, y lo que nos ha transformado en fans de la serie, es la conexión entre las personas. La familia, la amistad, el amor. Una búsqueda continua de esa conexión con alguien. Una unión con otra alma. Esa conexión, a veces, es aún mejor que cualquier droga que pueda fabricarse. Y esa conexión puede ser la que dé respuesta a la locura y nos demuestre que sin ellas, estamos más que perdidos.
Fotos| Netflix