Siempre he asumido el rol de cuidadora y no ha sido por inteligencia emocional, sino por miedo al rechazo

El primer paso para aprender es asumir que no lo sabemos todo y ahora estoy en pleno proceso de aprendizaje para tener relaciones más saludables y alejarme de la codependencia

Si le preguntas a la gente que me conoce es posible que digan de mí que siempre me preocupo por los demás. Lo hago, mucho. me siento cómoda en el papel de fuerte, de poder con todo, de ayudar siempre. Y aunque eso de ayudar y ser fuerte y demás se pueda confundir con inteligencia emocional, lo cierto es que no se trata de eso. Más bien al contrario. Asumir el rol de cuidadora en mis relaciones es la demostración misma de que no voy sobrada de inteligencia emocional.

Voy a intentar describirme siendo lo más objetiva posible. Soy empática, no me gusta pedir favores, me “gusta” ayudar, pero en realidad lo que pasa es que temo que si no ayudo a todo el mundo nadie me verá. Tengo la imperiosa necesidad de controlar mucho de lo que me rodea y además una autoestima tirando a baja. Muy baja en muchas ocasiones. Las críticas me resultan devastadoras y necesito los halagos como agua de mayo. Necesito sentir que los demás me necesitan. Tengo un rol de cuidadora de manual.

El rol de cuidadora dentro de la codependencia

El concepto de “cuidador” o “cuidadora” nace dentro de la codependencia, una dinámica de relación disfuncional en la que una persona asume el papel de "dador", sacrificando sus propias necesidades y bienestar por el bien del otro, "el receptor". Y no ocurre solo en las relaciones de pareja, puede ocurrir en cualquier tipo de relación de amistad o familiar.

Aunque el término "codependencia" nació para describir una relación desigual que ha sido consumida y controlada por la adicción de una persona, ahora se usa como abreviatura de cualquier relación habilitante. No es lo mismo que dependencia emocional. En la codependencia emocional uno de los miembros asume el rol de cuidador. En la dependencia emocional, uno de los miembros depende en exceso del otro y necesita de la otra persona para sentir plenitud o ser feliz.

Tal y como explican las psicólogas de Somos Estupendas, “la codependencia emocional desconecta a quien la sufre de sus propias emociones llegando a ignorar sus propias necesidades. La persona codependiente asume la responsabilidad de cuidar y se hace responsable de las necesidades de la persona con la que se vincula.”

Cómo saber si tú también tienes un rol de cuidadora

Evidentemente para saber si tú también tienes un rol de cuidadora lo mejor es que hagas como hice yo: ir a terapia y que un psicólogo valore si es así o no. Pero existen algunos rasgos que las “cuidadoras” tenemos en común:

Te sientes egoísta cuando te priorizas

Siempre me siento mal si antepongo mi bienestar al de otras personas de mi entorno cercano, y fue ese el punto clave que hizo que mi psicóloga viera que tengo un rol de cuidadora. Pienso que soy egoísta por decir “quiero una hamburguesa” a mi pareja y en lugar de eso le digo “cenamos lo que tú quieras, cariño”. Así con todo.

No sabes poner límites

Si las emociones, sentimientos y necesidades de los demás están por encima de las tuyas, evidentemente lo de poner límites no es algo que se nos dé especialmente bien. Además, los cuidadores suelen hacerse responsables de los sentimientos y emociones de otros.

Tienes una baja autoestima

Como explica la psicóloga Leire López Vega, “son recurrentes las emociones como la culpa y la vergüenza. Debajo de ésta última, subyace la creencia interna “no valgo” o “hay algo malo en mí”. Y, la manera de gestionar esa creencia, esa vergüenza, puede ser adoptando el papel de cuidadora, “si no valgo por lo que soy, valdré por lo que hago por los demás”. A esto le sumamos que suelen necesitar de aprobación constante por parte de los demás.

Eres hiperresponsable

Leire López también identifica la hiperresponsabilidad como un rasgo del rol de cuidadora, ya que sienten que su obligación es sacrificarse por el otro, “aunque ese constante sacrificio no le retribuya la felicidad ni la satisfacción esperada”. Esto provoca que la culpa, como decíamos antes, esté presente en muchos momentos. La experta explica que “están sometidas a elevados niveles de culpa y presión (autoexigencia), en muchas ocasiones al chantaje emocional del dependiente; y muestran signos de agotamiento crónico, estrés y depresión”. Yo era todo eso en mi anterior relación de pareja.

No soportas que no te hagan caso cuando “tienes razón”

Creemos tener razón, que no es lo mismo que tenerla, pero pensamos que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor y la que hay que hacer. Es la válida. Sabemos qué es lo mejor para los demás. O mejor dicho, pensamos que lo sabemos porque en realidad lo que pasa es que tenemos afán de control. Eso hace que otros te perciban como “cabezona”.

Te haces responsable de otros

“Yo te llevo al aeropuerto”. “No te preocupes, te lo compro yo”. “Tranquila, me encargo yo de la comida”. “Te llevo yo ese papel al registro, no te preocupes”. Te responsabilizas de fracasos, reacciones emocionales y hasta de las tareas de los demás. Si alguien está triste te ves con la necesidad de animarlo. Si alguien no puede hacer algo, lo haces tú. Sientes constantemente que debes ser tú quien solucione las cosas que van mal porque si no lo haces, te rechazarán y te señalarán con el dedo.

Dicen que el primer paso para aprender algo es asumir que no lo sabemos todo, y en eso estoy, aprendiendo a desprenderme de mi rol de cuidadora, de la codependencia y de ese inexplicable miedo al rechazo que antes me dominaba en las relaciones.

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