El lenguaje corporal es una manera de comunicación no verbal, basada en los gestos, las posturas, los movimientos del cuerpo y del rostro para trasmitir información, según el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP). Es una comunicación que realizamos de manera inconsciente y tiene mucho más peso del que podemos pensar. Es más, en 1967, Albert Mehrabian describió por primera vez la regla 7-38-55 que explica que en la comunicación transmitimos la información en un 7% a través de las palabras, en un 38% con nuestro tono de voz y en un impresionante 55% a través del lenguaje corporal.
En una conversación, casual o no, tendemos a realizar ciertos gestos casi automáticos, como cruzar las manos al hablar o del que vamos a hablarte hoy, tocarse la oreja. Según la psicología, tocarse la oreja al hablar es un gesto que puede tener numerosos significados dependiendo del contexto, aunque la mayoría de veces se debe solo a una cosa: incomodidad.
Tocarse la oreja al hablar: su significado
Según la psicóloga y experta en comunicación no verbal María del Olmo, tu cuerpo puede estar enviando señales en forma de micropicores que hacen que de manera instintiva, te arrasques. “Los micropicores son aquellas señales no verbales que emitimos cuando presentamos algún tipo de emoción o sentimiento contrarios a lo que estamos diciendo, haciendo o mostrando”, explica. El cerebro envía una señal a los músculos preparándolos para que reaccionen según lo que estás sintiendo, y la experta afirma que “tienen mucho que ver con lo que no queremos decir”.
Desde IEPP explican que el gesto de tocarse la oreja al hablar “puede indicar las ganas de no querer escuchar las palabras que se están oyendo”, en el caso de que tú seas quien escuche y la otra persona quien hable. Cuando lo hacemos de forma inconsciente, puede ser un indicativo de que existe una falta de interés en la conversación, o incluso de que no existe voluntad en escuchar atentamente lo que nos dicen. Quizá percibimos que la información que estamos oyendo es irrelevante o incluso aburrida, pero también puede ser un reflejo de que la persona que escucha no se siente cómoda con el discurso del otro.
Evidentemente dependerá en todos los casos del contexto. Según una investigación de Nikolaas Tinbergen, padre de la etiología, la mayoría de las personas se rascan la oreja cuando están en una situación de conflicto que les genera estrés. El hecho de tocarnos la oreja en este contexto, puede convertirse en un intento de tranquilizarse, como explica el experto en comunicación no verbal Nacho Tellez.
La mayor parte de las veces el gesto de tocarse o rascarse la oreja se debe a lo mismo: incomodidad por uno u otro motivo. Por ejemplo, nos sentimos incómodos porque estamos mintiendo u ocultando algo. Nos sentimos incómodos porque la conversación no nos gusta. Nos sentimos incómodos porque el discurso que oímos nos genera rechazo. Nos sentimos incómodos y eso nos hace que tengamos movimientos involuntarios que la otra persona podría leer si entiende de comunicación no verbal.
Fotos | Les Anderson en Unsplash, Cat Han en Unsplash
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