Se trata de una estrategia para gestionar las emociones ideada por dos psicólogos de la Universidad de Harvard
Por más que leamos sobre trucos para aumentar la inteligencia emocional, ese concepto que se popularizó en 1995 con el libro de Dan Goleman del mismo nombre, ya sabemos que lo realmente importante no es otra cosa que aprender a manejar y gestionar nuestras emociones. Si somos capaces de gestionarlas conseguiremos pensar en nuestros problemas de forma constructiva y sin que nos paralicen las emociones que sentimos. No se trata de no sentir, es importante entender la diferencia, sino de aprender a que eso que sentimos no nos bloquee.
Pero es que además de ayudarnos a solucionar los problemas, la inteligencia emocional es la culpable de que tengamos relaciones más sanas y hasta de que tengamos éxito en la vida según el Estudio de Harvard sobre el Desarrollo de Adultos. Robert Waldinger y Marc Schulz, actual director y director asociado del estudio, explican en el libro ‘The Good Life’ que las personas más inteligentes emocionalmente no ignoran sus emociones, pero tampoco se dejan manejar por ellas y es ahí donde radica su éxito y también su felicidad. Para conseguirlo necesitas las herramientas adecuadas y según los expertos de Harvard, una de ellas es el modelo WISER.
Qué es el método WISER
El método WISER es una técnica para procesar las emociones que hace referencia a cinco pasos que en inglés corresponden a cada una de las siglas: watch (observa), interpret (interpreta), select (selecciona), engage (comprométete), y reflect (reflexiona). Utilizando lo aprendido en el Estudio de Harvard, junto con la investigación de Richard Lazarus, Susan Folkman, Nicki Crick y Kenneth Dodge, plantearon el método WISER para enseñarnos a ralentizar la secuencia emocional en cada etapa. “Nuestras emociones no tienen por qué ser nuestras maestras. Lo que pensamos y cómo abordamos cada evento de nuestras vidas es importante”, explican en el libro Waldinger y Schulz.
Según los psicólogos Robert Waldinger y Marc Schulz, una emoción es la respuesta de nuestro cerebro ante una determinada situación o estímulo que requiere de acción, es decir, nos alertan de algo. Son “desencadenantes de la acción”. De hecho una conducta de escapar activada por el miedo puede salvarnos la vida, pero adoptar siempre una tendencia de acción inmediata también puede llevarnos a adoptar estrategias de afrontamiento que no nos sirven. Existen seis estrategias de regulación de emociones (aceptación, evitación, resolución de problemas, reevaluación, rumia y supresión) y según este metanálisis, ninguna es buena para nuestro bienestar o nuestras relaciones.
Antes de actuar con nuestras emociones y según los expertos de Harvard, necesitamos una técnica que nos ayude a frenar nuestras reacciones (que no nuestras emociones, ojo), a ser conscientes de nuestras emociones y a diseñar la estrategia que mejor se adapte a la situación. Y es ahí donde entra el modelo WISER.
Cómo aplicar el método WISER
Observar
Si queremos aprender a manejar nuestras emociones el primer paso es identificarlas, así que cuando sentimos algo, paramos, nombramos esa emoción y pensamos en qué es lo que lo ha desencadenado. Y no, no hay un tiempo mínimo para hacer esto. Hay emociones complejas que requerirán que nos hagamos muchas preguntas como explican en su libro los expertos. "En algunos casos, este período puede durar sólo uno o dos momentos; en otros, puede requerir que reserve una hora o una noche”. Durante ese tiempo, tenemos que ser lo más curiosas posibles y preguntarnos qué ocurría, cuál era el entorno o con quién estabas interactuando. Observa todo.
Interpretar
Ya tenemos toda la información y toca interpretar eso que hemos observado. ¿Hemos hecho suposiciones sin saber? Estas suposiciones, ¿podrían ser erróneas? ¿Existen otros factores que contribuyen a nuestra respuesta emocional como podría ser la frustración o el cansancio? En su libro Waldinger y Schulz explican que muchas situaciones son ambiguas y poco claras, y es en ese punto donde podemos proyectar todo tipo de ideas, algunas de ellas erróneas. ”Si hemos hecho un trabajo rápido en la primera etapa no tendremos toda la información sobre lo que realmente está sucediendo, lo que lleva a conclusiones apresuradas”.
Seleccionar
Ahora que hemos observado e interpretado ese que hemos observado, tenemos una fotografía mucho más precisa de lo que está sucediendo y podemos seleccionar de una forma activa (ya no es nada instintiva), cuál será el plan de acción. “Las posibilidades de éxito aumentan si primero reflexionamos sobre lo que hacemos bien y lo que no hacemos tan bien”, escriben Waldinger y Schulz.
El objetivo es desacelerar la respuesta instintiva a las emociones. "La clave es intentar ralentizar las cosas tanto como sea posible, acercarlas y pasar de una respuesta totalmente automática a una respuesta más considerada y decidida que se alinee con quién eres y lo que buscas", explican.
Comprometer
Has observado, interpretado y seleccionado el plan de acción, así que es el momento de ponerlo en práctica y actuar en consecuencia, lo que ya de por sí resulta mejor que dejar que las emociones te lleven (sean cuáles sean).
Reflejar
Desde mi punto de vista esta es una de las etapas con las que más aprendemos de nosotros, porque igual que después de hacer un trabajo analizamos cómo ha ido, cuando llevamos a cabo un plan de acción es importante analizar de forma sincera qué tal ha funcionado. Podemos incluso emplear lo que en psicología llaman “autorreflexión distanciada" para evaluar la situación desde fuera y de forma más objetiva. Podemos preguntarnos desde si la solución al problema mejoró o empeoró las cosas, hasta qué he aprendido sobre mi manera de afrontarlo.
“Cuando todo termina, la consideración de lo que sucedió y por qué nos ayuda a ver cosas que quizás hayamos pasado por alto y nos ayuda a comprender las causas y efectos de estas cascadas emocionales que pueden haber pasado desapercibidas. Si queremos aprender de nuestra experiencia y hacerlo mejor la próxima vez, tenemos que hacer algo más que simplemente vivirla”, explican Waldinger y Schulz.
No es un truco rápido, es un cambio en nuestro comportamiento, así que ten paciencia contigo misma. Puedes intentarlo primero con cosas pequeñas, como en pequeños conflictos de pareja o en situaciones que te incomoden en el trabajo. Lo más importante es pensar en los conflictos cotidianos de otra manera y sobre todo evitando que sean las emociones las que manejen nuestras respuestas a ellos. Seremos más felices y sí, más inteligentes emocionalmente. Palabra de Harvard.
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