Cuesta contar con una mano historias en las que personajes gordos rompan con el estereotipo de persona acomplejada y sumamente preocupada por su aspecto físico. El guión no hace falta detallarlo porque nos lo sabemos de memoria: vidas sometidas a lo que dice la báscula y con un mensaje de fondo que parece concluir algo así como si por perder unos cuantos kilos la felicidad viniese implícita. Sean obesos o tengan unos kilitos de más. Da igual. La historia siempre es la misma.
La pregunta que como espectadores nos hacemos es si llegará un día en el que, al fin, empecemos a normalizar tramas en las que aparezcan tipos que se sientan felices, deseados y enamorados, independientemente del físico.
"En los 90' nos acostumbramos a guaperas como Brad Pitt o Julia Roberts. Ahora eso está cambiando, en parte gracias a los movimientos sociales y de minorías, y se está abriendo más hacia cuerpos reales. Sin embargo, depende muchísimo del género y para que éste resulte creíble hay que adaptarse a él. Por ejemplo, en una película de acción es complicado no ver a un personaje fibroso o de complexión atlética porque sería bastante inverosímil. Hay que guardar cierta coherencia narrativa", advierte Javier Kirán, filmmaker.
"Buscamos rostros y personajes atrayentes pero, independientemente de que vayamos evolucionando hacia un mundo más coherente, el atractivo vende. En España la gente va antes a ver una película de Mario Casas que de Pepe Viyuela", añade el experto.
El cineasta nos explica que esto también se traduce muchísimo en el carisma de las personas y en la idea de que transmitan más allá de su cuerpo. De ahí la posibilidad de elegir personas con diferentes físicos, igual que en el tema de la raza: "Parece que por fin empezamos a ver películas de afroamericanos que no va del hecho de que sean negros, si no simplemente sobre una historia que viven. Un ejemplo claro es 'Us' ('Nosotros', 2019)".
El chiclé del gordo
¿Acaso no pueden ser los casting tan diversos como la vida cotidiana? En la actualidad, el 25 % de la población en España tiene sobrepeso y el ritmo de crecimiento es tan acelerado como en Estados Unidos. Es decir, uno de cada cuatro tienen obesidad. Pero más allá de la obesidad, lo que echamos en falta son los cuerpos reales como el de nuestra querida Bridget Jones. Damos por hecho cuando vemos una serie o una película que sus protagonistas tendrán unos cuerpos de escándalo y nos cuesta sentirnos identificados.
"Todo depende de las corrientes culturales, de la evolución sociológica y de coherencia narrativa. Es cierto que tienen menos oportunidades porque las películas son comerciales y al final su mayor propósito es vender. En la vida real la imagen vende muchísimo. Instagram es un escaparate de marketing de la propia vida. Ya no es sólo un tema de físico, también es psicológico. Tienes que aparentar estar feliz, viviendo la mejor vida del mundo y siendo la persona más atractiva del mundo. Esto, al final, tiene su repercusión en el cine", explica.
"Por otro lado, cada vez se están haciendo personajes más reales porque la gente lo demanda. Un buen ejemplo fue la peli de 'Avengers: Endgame', donde el personaje de Thor aparece gordo por primera vez y es perfectamente válido. Todo va hacia allá. También está Jonah Hill, que ha podido hacer papeles en los que el sobrepeso no tenía ningún tipo de relación con la trama y aun así le han dado un Oscar, etc. Como conclusión, el negocio del entretenimiento al final es un negocio y tiene que vender... y dependerá siempre de lo que vaya demandando la gente", concluye Kirán.
El problema es que confundimos los términos y las modas han ido cambiando a lo largo de la historia. En la Edad Media, la gordura se consideraba un signo positivo, ya que con tanta pobreza y escasez, solo los ricos podían darse el lujo de comer en abundancia. Nada que ver con lo que hemos vivido en las últimas décadas, haciéndonos creer que había que ser como Kate Moss y pesar 54 kilos midiendo 1,78 metros de altura.
"Pero no sólo eso. Crecimos pensando que Bridget Jones estaba gorda. Nos la presentaron como una mujer treintañera y un poco desastre abocada a la soltería a causa de su peso y obsesionada con adelgazar para que todos sus problemas queden resueltos. Bridget está estupenda en la primera parte de 'El diario de Bridget Jones'. No hay más que mirar sus piernas", explica Marisol García, psiquiatra y endocrino.
Es cuestión de diversidad. Necesitamos normalizar y empatizar con historias de personas reales que sienten y padecen más allá de su físico. Ya lo decía, inesperadamente, Helen Fielding, autora de la novela homónima: "De lo que va Bridget Jones es de la diferencia entre lo que esperamos ser y de lo que somos". Y eso no está en los kilos de más.
Fotos | 'El diario de Bridget Jones'
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