Desde finales de septiembre y hasta la primera semana de octubre todos los aficionados a la moda dirigen su cinco sentidos hacia las pasarelas de París, verdadero epicentro de las tendencias y donde se supone que la maquinaria de la industria funciona a la perfección siempre. ¿O no?
Y es que como ocurre en cualquier otro evento no todo es controlable, y aunque las marcas se juegan mucho en esas dos únicas presentaciones anuales a veces los errores, despistes o curiosidades son inevitables. Estos son algunos ejemplos.
Todos al suelo
En estos días en los que la crisis económica no deja tregua a los mercados y todos los días nos desayunamos con noticias de que los bancos necesitan ser rescatados, que ya ni siquiera sean de fiar lo bancos para sentarse en Balenciaga es algo digno de mención.
Es algo bastante curioso que varias patas de los bancos cediesen ante los pesos plumas que se suelen sentar en el front row dando con sus huesos en el suelo pero nos dejó imágenes como esta en la que además podemos identificar que Anna Wintour vuelve a llevar las famosas sandalias de Manolo Blahnik de las que hablé en otra ocasión.
Ola de calor
Las entradas a los desfiles se han convertido casi casi en una pasarela alternativa y es una especie de alfombra roja en la que invitados, editores y celebrities invitadas lucen sus mejores galas. Esos modelitos se planifican con semanas de antelación y el tiempo durante la primera semana de octubre en París es muy inestable, pero habitualmente el otoño suele estar ya instalado y las altas temperaturas suelen ser una excepción. Pero el cambio climático no distingue ciudades ni semanas de la moda y esta ola de calor que todavía sufrimos nos ha permitido ver a algunas de estas personas sudando la gota gorda. Cosas que pasan cuando la ropa es prestada y hay que cumplir con los contratos.
El dinero no todo lo puede
Si preguntásemos qué es lo único necesario para desfilar en París a cualquiera, la respuesta más probable sería que un inmenso talento. Pero no. Lo único indispensable para presentar una colección en la semana de la moda más importante del mundo es el dinero. Y no hay más que ver el ejemplo de Kanye West, el último rapero metido a diseñador, que ha querido estrenarse a lo grande y ha invertido gran parte de sus ahorros en este capricho. Pero el dinero no lo es todo, y las malas críticas y los varapalos a su colección de debut no hay forma de arreglarlo.
¿Y ahora quien es el diseñador de esta marca?
En una temporada en la que parecía que los contratos de los diseñadores se decidían con el juego de las sillas musicales (ese en el que hay una silla menos que jugadores y cuando la música para el que se quede sin sentar está eliminado) es de lo más normal que hasta las revistas de moda no tengan del todo claro quién diseña qué colección y si la que se presenta es del despedido o del sustituto como le ha pasado a la persona que lleva el twitter de Vogue Brasil con el último desfile de Chloé.
Marc Jacobs se inspira en Chanel ¿demasiado?
Usar, como ha hecho Louis Vuitton, un carrusel de feria como metáfora de que la rueda de la moda no deja de girar y no se para por nada ni por nadie es una idea genial visto lo visto si no fuese porque Chanel ya lo hizo, y yo diría que mejor, en su desfile de Otoño/Invierno de 2008.
En el mundo de la moda estamos acostumbrados a ver como unos diseñadores fusilan, aunque ellos lo llamen inspiración, en el trabajo de otros pero cuando estas cosas llegan también a las puestas en escena, dice mucho de hasta donde llega la falta de creatividad de algunos.
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