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El gran icono de la libertad de los Estados Unidos también caerá frente a los eléctricos
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El nuevo Corvette eléctrico

El gran icono de la libertad de los Estados Unidos también caerá frente a los eléctricos

En plena guerra arancelaria, General Motors ha revelado la versión eléctrica de uno de los iconos que definió en su día el poderío industrial norteamericano, el último gran coche que perderá su motor de combustión

Foto: Vista frontal del Corvette eléctrico. (GM)
Vista frontal del Corvette eléctrico. (GM)

El Chevrolet Corvette no sólo ha sido el emblema de la potencia industrial estadounidense desde 1953, sino que además encarna el —por lo menos en la época— gran ideal del país: la libertad personal articulada en el automóvil y carreteras sin fin. Pero el sueño de todo chaval norteamericano hasta hace apenas unos años está a punto de perder el olor a gasolina. El último de los grandes iconos podría perder su motor de combustión muy pronto.

General Motors ha presentado un prototipo 100% eléctrico diseñado en su nuevo estudio avanzado de Royal Leamington Spa (Reino Unido), a 32 kilómetros de Birmingham. Aunque la compañía insiste en que no es un modelo de producción confirmado, el ejercicio marca el inicio de un camino que ya han hecho sus rivales, como el Ford y su Mustang.

Foto: El nuevo interceptor mostrado por el Presidente Zelensky esta semana. (Oficina del presidente de Ucrania))

De fibra de vidrio a símbolo nacional: la forja de una leyenda

El Corvette nació como un experimento. En 1953, General Motors presentó un roadster de fibra de vidrio —entonces un material revolucionario— con un motor de seis cilindros. No fue hasta 1955, con la llegada del V8, cuando el modelo encontró su voz: potencia brutal a precio asequible. Pero su consagración como ‘el Ferrari estadounidense’ llegó en 1963 con el Sting Ray C2, diseñado por Larry Shinoda —hijo de inmigrantes japoneses— bajo la dirección de Zora Arkus-Duntov, ingeniero belga considerado el padre espiritual del Corvette.

placeholder El Corvette Sting Ray C2 del 63, símbolo de la era espacial.
El Corvette Sting Ray C2 del 63, símbolo de la era espacial.

El Sting Ray, con su carrocería agresiva y su parabrisas trasero partido —un detalle eliminado en 1964— encarnó la ambición de EEUU durante su década de oro, la de la carrera espacial contra la Unión Soviética. Era velocidad, innovación y desafío a los límites sobre cuatro ruedas. No era un coche, sino un manifiesto de barras y estrellas. El Corvette se convirtió en sinónimo de la industria automovilística estadounidense: motores V8 de bloque grande, transmisión trasera y un diseño que prioriza la función sobre la forma. Incluso sus materiales, como la fibra de vidrio, reflejaron el pragmatismo industrial del país.

En los años 60 y 70, el Corvette también se convirtió en icono cultural. Aparecía en series como Route 66 y era el vehículo preferido de astronautas norteamericanos desde los Mercury 7. Cada tripulación de las misiones Apollo —incluyendo Armstrong, Aldrin y Collins— tenían tres Corvettes a juego, que usaban constantemente para moverse por Houston y en las carreteras cercanas a Cabo Cañaveral. Era un coche espacial.

placeholder Los astronautas del Apollo 12: comandante Charles 'Pete' Conrad Jr., piloto del módulo lunar Alan L. Bean, y piloto del módulo de comando Richard F. Gordon.
Los astronautas del Apollo 12: comandante Charles 'Pete' Conrad Jr., piloto del módulo lunar Alan L. Bean, y piloto del módulo de comando Richard F. Gordon.

Un concepto británico para un mito americano

El prototipo eléctrico actual reinterpreta ese legado. La línea central del techo, denominada Apex Vision, evoca la luneta partida del Sting Ray de 1963, pero integrada en una estructura de cristal que abarca desde el parabrisas hasta la parte trasera. “Refuerza la identidad visual del Corvette desde un enfoque estructural y futurista”, afirma Richard Thomson, director del estudio británico de GM. Con 4,6 metros de largo, 2,1 de ancho y una altura de 1,03 metros —más bajo, ancho y largo que el actual C8— el diseño prioriza la aerodinámica funcional.

placeholder Vista lateral del Corvette eléctrico. (GM)
Vista lateral del Corvette eléctrico. (GM)

GM ha eliminado los alerones convencionales. En su lugar, el prototipo utiliza ductos activos que redirigen el flujo de aire según el modo de conducción: en carretera, optimizan la autonomía canalizando el aire bajo el chasis; en circuito, despliegan superficies aerodinámicas que incrementan el agarre. La carrocería, fabricada mediante impresión 3D para reducir peso y ensamblajes, incorpora puertas alas de mariposa y tiene un habitáculo a 127 milímetros del suelo.

placeholder Vista frontal del Corvette eléctrico con sus puertas desplegadas. (GM)
Vista frontal del Corvette eléctrico con sus puertas desplegadas. (GM)

El prototipo británico es en realidad un ‘hypercar’ orientado a circuito, con neumáticos de 22 pulgadas delanteras y 23 traseras, pero con eficiencia suficiente para carretera. La pregunta es si los puristas aceptarán un Corvette sin el rugido de un motor V8.

Un desafío técnico y cultural

El proyecto forma parte de una iniciativa global de GM que involucra a varios estudios de diseño. Según Michael Simcoe, vicepresidente de diseño global, cada equipo reinterpretó el modelo “respetando su ADN, pero con libertad creativa”. La versión británica incorpora un chasis con suspensión ‘pushrod’ —habitual en competición— y un sistema de ventilación que, en pista, genera efecto suelo ajustable, similar al de los Fórmula 1. Este año veremos otros de estos diseños.

placeholder El 'hypercar' Corvette. (GM)
El 'hypercar' Corvette. (GM)

La electrificación del Corvette, sin embargo, no está exenta de riesgos. GM ya comercializa el E-Ray, una variante híbrida, pero el salto a la batería pura se enfrenta al escepticismo actual del mercado. Las ventas del Dodge Charger Daytona EV —un rival directo del Corvette— han sido modestas, lo que ha llevado a Stellantis, su matriz, a reactivar la línea de motores de combustión.

Pero Mark Reuss, presidente de GM, afirma que la electrificación del modelo es “prioritaria”, aunque no confirma si será una variante del C8 o un diseño totalmente nuevo. GM parece confiar en que la leyenda puede reinventarse.

El Chevrolet Corvette no sólo ha sido el emblema de la potencia industrial estadounidense desde 1953, sino que además encarna el —por lo menos en la época— gran ideal del país: la libertad personal articulada en el automóvil y carreteras sin fin. Pero el sueño de todo chaval norteamericano hasta hace apenas unos años está a punto de perder el olor a gasolina. El último de los grandes iconos podría perder su motor de combustión muy pronto.

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