Cuando los 30 se acercan parece que nuestra vida da un giro de 180 grados. De golpe, (casi) todas nuestras amigas están en pareja estable, con piso propio y tienen en mente quedarse embarazadas (o ya lo están). Eso sí, quizás no es nuestro estilo de vida deseado o no nos sentimos en este paso del camino. El resultado de este cambio se traduce en una situación anómala dentro de nuestras relaciones de amistad.
Antes, hablábamos sobre nuestros intereses, dónde íbamos a ir de viaje este fin de semana o qué problemas ocurrían en el trabajo. Ahora, cuando tenemos tiempo para vernos, las charlas giran entorno a cambiar pañales o qué cuna elegir para que la decoración de la habitación del bebé sea digna de revista. Así que podemos sentirnos fuera de este tipo de conversaciones que no son nuestra realidad inmediata.
La columnista Eleanor Gordon-Smith ha escrito una interesante reflexión al respecto en 'The Guardian'. Bajo el título 'Estoy luchando por mantener amistades con personas que tienen hijos. ¿Cómo conecto?', la filósofa ahonda en primera persona en este fenómeno que muchas veíamos lejano y que ahora es nuestro pan de cada día.
Sin muchos rodeos, explica que "es comprensible que necesiten priorizar a sus hijos, pero cada vez me veo más incapaz de tener conversaciones con ellos". Además, añade que entiende "que las amistades cambian" y que está "feliz por mis amigos que están siguiendo estas etapas de la vida". Un mensaje con el que nos sentimos altamente identificadas. Ahora, nuestras amigas tienen menos tiempo para dedicarnos y sus preocupaciones son otras. Y sí, hay algo que me gusta recordar cada día, las amistades son como las plantas, hay que cuidarlas para que se mantengan vivas.
Al estar ante esta dinámica, es normal que aparezcan dudas y miedos. Anteriormente, hemos hablado sobre aquello que puede cruzar por nuestra mente cuando la mayoría de nuestras amigas están embarazadas, cómo el temor a quedarnos solas o el pánico a ser juzgadas por la sociedad por no querer ser madres (o no serlo por motivos que se escapan de nuestras manos). Estos sentimientos se multiplican cuando los bebés ya han nacido. Es comprensible que existan estos pensamiento ante una situación desconocida.
Cuando una amiga es madre suele cambiar nuestro vínculo con ella, sobre todo durante los primeros años de crianza que requieren mucho tiempo y dedicación. En especial, si se practica la lactancia. Lo bueno, el poco tiempo que paséis juntas en solitario valdrá oro para ambas y eso no tiene precio. Cuando sabes que algo es inusual, lo exprimes hasta el extremo.
Hablamos con psicólogas y mujeres que están atravesando esta situación para descubrir que no estamos solas en esto y que este cambio no tiene por qué ser el fin de nuestra amistad.
La voz de las psicólogas
Iria Reguera, psicóloga y directora de Vitónica (además de reciente mamá primeriza), explica que "lo primero, mi recomendación es, al principio, armarnos de paciencia y empatía. Puede que a tu amiga no le pase y sigáis teniendo las mismas conversaciones de siempre (aunque sea menos frecuentemente), pero en muchos casos los primeros meses de la maternidad son muy absorbentes y es posible que tu amiga no hable de otra cosa".
A esto, resalta que "lo más normal es que, con el paso de los meses, todo se calme para tu amiga y retome sus intereses y pueda volver a centrar su atención en otras cosas y hablar de algo más que su bebé. Armarnos de paciencia esos meses será nuestro gran aliado”. De este modo, dejar espacio los primeros meses (sin caer en el desinterés) puede ser mejor de lo que imaginas. Posteriormente, quizás el agua vuelve a su cauce.
Iria aconseja la calma en estos momentos: "Que os veáis menos o tenga menos tiempo para ti no quiere decir que te quiera menos. Si te sientes dejada de lado, es buena idea hablar lo más asertivamente posible con tu amiga, recordando que está en un estado hormonal y, probablemente, de cansancio, sensible, en el que puede que lo que le digas le afecte más".
Como tip de relativa fácil aplicación, agrega que "cosas tan sencillas como llevarle un café, ayudarle a hacer la compra o vigilar al bebé 10 minutos mientras se da una ducha, puede hacer que os sintáis de nuevo muy unidas". Si no te apetece hacer este tipo de planes o te sientes desatendida, "estás en tu derecho de verbalizar tu malestar. Eso te ayudará a no acumular y acumular resentimientos que siempre acaban explotando de la peor manera".
El consejo clave de todo su discurso es el siguiente: no debes olvidarte de ti misma. "Si ella tiene menos tiempo para estar contigo, quizás sea buen momento para plantearte qué quieres hacer tú. Quizás puedas quedar con otra gente, apuntarte a nuevas actividades o conocer nuevas personas en ese hobby que siempre quisiste tener y que no hacías porque tu amiga y tú priorizabais el tiempo juntas". Esto te ayudará a no sufrir en exceso en el camino.
En un plano más duro, Iria deja claro que el paso de la vida conlleva cambios. "Aunque duela, la amistad, como cualquier relación, puede cambiar y/o terminar [...] Es posible que, en este momento, vuestras vidas ya no sean compatibles, no tengáis los mismos intereses y necesitéis crecer de manera separada. Quizás esto sea algo temporal y, en algún momento, podáis volver a reencontraros, o quizás sea algo permanente". Es triste pensar en perder una amistad especial, pero estas cosas ocurren y debemos convivir con ello.
Ana B. Vázquez, de ciMa Psicología Huelva, señala que "lo primero, es respetar y acompañar a la amiga que es madre, porque dependiendo de la edad del niño necesitará unas cosas u otras. Al principio, lo más importante es ser flexible y adaptarse, si el bebé tiene meses y no es posible dejarlo para salir a comer o cenar toca adaptarse y preparar cenas en casa, porque lo esencial es compartir momentos".
Además, detalla que "cuando los hijos son más independientes, se pueden ir alternando planes tranquilos en los que se puedan incluir los niños, como tomar café, y también planes sin niños, donde la amiga que es mami pueda volver a sentirse tranquila y disfrutar".
Finalmente, deja claro que la amistad no tendría por qué sufrir en exceso si ambas partes dan su brazo a torcer. "En realidad, el peligro o la muerte de la amistad se producen cuando este vínculo se vive de manera rígida, tanto si la mami está en el bucle de "solo con mis niños y siempre con ellos", o si la que no es mami solo quiere hacer planes incompatibles con la vida de la que es madre". En resumen, en el punto medio reside el éxito, como en la mayoría de relaciones.
Mujeres en esta situación nos dan sus consejos
A veces, no solo los consejos de las expertas nos ayudan a gestionar mejor nuestras emociones. Conocer el relato de otras mujeres que están igual que nosotras también nos enseña muchísimo. La editora Pepa López se encuentra en esta encrucijada y nos ha ofrecido su interesante punto de vista: "La base de la amistad no cambia, lo que cambia es el tiempo que pueden dedicarte o los planes que puedes hacer juntas".
Como extra, suma que "si eres empática con la situación puedes hasta disfrutar del cambio de vida de tu amiga, porque al final es para verla formar una familia y ser feliz. Yo lo que hago es preguntarle por sus horarios, por su disponibilidad sin presionar o hacerla sentir culpable. Se trata de buscar un nuevo equilibrio y de seguir teniendo interés por mantener viva la amistad, por mucho que las vidas cambien".
María Barba, también editora, nos explica que "va por rachas. A veces, siento que estoy súper desconectada de ellas, pero otras a full. Tenemos que dejarles su espacio, no hacer reproches e intentar adaptar la agenda a los momentos en los que pueden dejar a las peques (salir con una mamá de fiesta es lo más, lo dan todo). Mi consejo es tener paciencia, ser un poco más flexible y entender que no están para todo, todos los días. Improvisar es difícil, pero bueno, tampoco pasa nada, cuando se planea algo con un mes de antelación el previo es divertidísimo al ir comentado las expectativas".
Al final, se trata de comunicarse con fluidez, de expresar nuestros sentimientos con delicadeza y de ser conscientes de que la vida avanza y que tenemos que poner de nuestra parte para adaptarnos al cambio. Respecto a esto, la psicóloga Iria Reguera lo deja claro: "La comunicación asertiva te permitirá poner el foco en cómo te sientes tú sin culpabilizarla a ella".
Si crees que esta situación te supera y afecta a tu salud mental, acudir a un experto para que valora al detalle tu caso es el mejor consejo que podemos darte.
Fotografías | Unplash
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