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Diez años del vivero para emprendedores agroalimentarios en Jaca-Biescas: el éxito de apoyar desde abajo al productor local

Sala de trabajo de la miel en Biescas

María Bosque Senero

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Las políticas europeas y nacionales inciden cada vez más en la necesidad de fomentar la transformación agroalimentaria para aportar valor añadido a los productos de alta calidad que ya se cultivan, crían o producen en Aragón. En un mundo industrializado, los pequeños productores se enfrentan a un desafío que, a veces, les termina dejando fuera del mercado: las exigencias que la normativa impone para la transformación de los productos agroalimentarios son las mismas para grandes que para pequeños. Una de esas barreras es el elevado coste y esfuerzo burocrático y económico que supone poner en marcha unas instalaciones para llevar a cabo la preparación, elaboración y envasado de sus productos. 

Conscientes de esta situación, el grupo de acción local Adecuara puso en marcha en 2015 una sala de despiece a la que un año después le siguieron el resto de instalaciones que dieron lugar al centro de emprendimiento para la transformación agroalimentaria Jaca-Biescas. Este espacio supone un importante apoyo para los productores agroalimentarios a la hora de poner en marcha sus proyectos en el medio rural, ya que, como explica la gerente de Adecuara, Elena Abós, “el objetivo final de esta iniciativa es favorecer el emprendimiento en el sector agroalimentario”. 

En una década, por el centro de emprendimiento Jaca-Biescas han pasado 30 emprendimientos aragoneses, de los que 17 siguen en activo. Y, de estos, ocho continúan en el centro y nueve han dado el salto y han puesto en marcha sus propias instalaciones. El perfil de los emprendedores son personas de más de 30 años con un proyecto que necesita “probar su aceptación en el mercado antes de hacer una inversión de una cuantía económica importante como es un obrador”. En el 80% de las empresas usuarias de este servicio hay al menos una mujer al frente. 

Las 13 empresas que no han llegado a buen puerto o que han desaparecido a lo largo de estos años “responden a motivos diferentes”, explica la gerente; desde temas personales hasta cambios en la vida laboral. Aquellos casos que han probado y han tenido que cerrar porque la idea no ha funcionado, “al menos no lo han hecho con gran coste económico, más allá de sus útiles básicos y la materia prima”, apunta Elena Abós. 

Un lugar seguro que se puede convertir en trampolín

El centro de emprendimiento para la transformación agroalimentaria se define como un espacio compartido de trabajo que cuenta en sus instalaciones con distintas salas u obradores para elaborar productos agroalimentarios. “Las instalaciones se usan por turnos y cada empresa abona el coste correspondiente a los gastos energéticos de su actividad y tiempo que emplea el espacio”, explica Elena Abós. Las tarifas varían en relación a los días de trabajo y a los años que la empresa lleve siendo usuaria del centro. 

Una de las características que más valoran las empresas que trabajan en este espacio de emprendimiento es que cuentan con unas instalaciones totalmente adaptadas a sus necesidades, y que cumplen con la normativa vigente. “Somos la figura paraguas que se encarga de coordinar el mantenimiento de las instalaciones, averías, plagas, limpieza externa de las zonas comunes, etcétera”, apunta la gerente. Otra de las ventajas de las que se benefician es el acceso a los recursos de información, apoyo y asesoramiento que brinda Adecuara, “además de la maquinaria y los permisos, tenemos un tecnólogo de los alimentos externo que asesora a los productores”, explica Elena Abós. También se ofrece información a los usuarios sobre “trazabilidad del producto, normativa higiénico-sanitaria, fichas de producción y normativa de etiquetado, es un acompañamiento total en materia de normativa específica sobre producción agroalimentaria”, apunta la gerente de Adecuara. 

Poder tener una instalación con un registro sanitario, maquinaria, documentación y asesoramiento especializado, que no supone un gran coste inicial de inversión, para probar si el producto tiene o no salida de cara al consumidor final es para Adecuara el mayor valor que aporta este centro de emprendimiento. Es el caso de la Cooperativa Ternera Valle de Aísa que lleva empleando estas instalaciones desde su puesta en marcha en 2016. Liderada por tres mujeres, esta cooperativa emplea la sala de despiece y la sala de cocinado. “Si tuviéramos que montar nuestras propias salas la inversión, con todas las exigencias que impone sanidad, supondría una inversión de más de 200.000 euros que no podemos asumir si queremos que nuestro negocio siga siendo viable”, explica Inma Lafita, promotora de la cooperativa. Hasta la fecha, su emprendimiento da sueldo a las tres mujeres, y reconocen que no barajan la idea de irse de las instalaciones de Adecuara en Jaca. 

Nazareth Rafales vive en Santa Cilia de Jaca, tiene 48 años y desde hace dos es usuaria de la tercera sala que ofrece el centro de emprendimiento en Jaca, la de repostería. “Tengo horno, mesas de trabajo, bandejas, y todo lo que necesito para preparar mis productos”, explica la repostera, que empezó haciendo almendras garrapiñadas y ha ido aumentando su carta con recetas tradicionales, “quería recuperar lo que comíamos antes y que ahora se está perdiendo”, añade. En su caso conoció el obrador a través de una amiga, “siempre decía que cuando mis hijos fueran mayores intentaría dedicarme a hacer los que me gusta, y esta era una buena oportunidad, es económico para empezar, te orientan, y no tienes que hacer un gran desembolso de entrada, porque ¿y si luego no funciona o no te gusta?, al menos, no pierdes”, reconoce la emprendedora de la repostería Cachapa, nombre que se les da a las mujeres de su pueblo natal, Nonaspe. Nazareth, por el momento, también seguirá trabajando en las instalaciones de Adecuara en Jaca. 

A las salas de despiece, cocinado y repostería que hay en la cabecera de la comarca se suman las del centro en Biescas, tres salas destinadas al vino, la miel y una última para la elaboración de queso y sus derivados. Desde su puesta en marcha, las salas de Jaca-Biescas no solo han dado servicio a emprendimientos de la zona, también empresas de otras comarcas o de Zaragoza, y la lista de interesados aumenta. Además de las 8 empresas que en la actualidad son usuarias del centro para la transformación agroalimentaria, hay más emprendimientos interesados en hacer uso de estas instalaciones, pero, a día de hoy, “en algunos obradores no hay más espacio disponible para atender a otros emprendimientos, estamos en un momento con alta ocupación”, reconoce la gerente de Adecuara. 

“Aragón necesita más centros de transformación agroalimentaria que de oportunidad a nuevos emprendimientos en el territorio”

Los centros de emprendimiento para la transformación agroalimentaria son una realidad que ha llegado a los diferentes territorios y que arraiga con fuerza. Cataluña o País Vasco son dos de los lugares donde este sistema ha tomado fuerza. Otras zonas como Málaga, Galicia, Asturias o Navarra han visitado las instalaciones del grupo Adecuara para conocer más detalles de su puesta en marcha y funcionamiento, tomándolo como modelo para sus futuros proyectos.

Calcular el coste económico de la puesta en marcha de unas instalaciones como las que ofrecen en Adecuara es complicado ya que depende de muchos factores, tamaño, tipo de producto con el que se trabaja, necesidad de obra etcétera, pero solo la maquinaria básica puede rondar los 30.000 euros por lo que la horquilla de coste medio puede situarse entre 50.000 y 200.000 euros. “¿Imaginas que después de esta inversión tu producto no tiene salida, no se vende?”, es la pregunta que se hacen pequeños emprendedores que han podido salir adelante gracias a tener acceso a un centro para la transformación agroalimentaria. Otros, los que no han tenido la posibilidad de “hacer pruebas sin enfrentarse a una inversión tan alta”, directamente no lo han intentado, aunque su idea de negocio fuera buena, porque “no pueden exponerse a una inversión tan fuerte sin garantías de éxito”. Una vez más, los pequeños productores se quedan fuera de la cadena de producción; una pérdida que afecta directamente al medio rural. 

En Aragón hay otros ejemplos recientes. Desde finales de 2024, la localidad de Biscarrués cuenta con un obrador de conservas vegetales y que a su vez sirve de vivero de empresas, haciendo así posible a los pequeños productores darle a su producto un valor añadido. El nuevo centro de transformación, que sirve como espacio de apoyo a emprendimientos locales, se ha implantado en las antiguas instalaciones del matadero de la localidad, que han sido modernizadas y recuperadas para este nuevo fin. Una iniciativa que nace desde el Ayuntamiento de la localidad. Los productos a elaborar se enmarcan en la clave 21 del Registro General Sanitario de Empresas Alimentarias y Alimentos: vegetales: hortalizas, frutas, setas, legumbres, aceitunas, encurtidos, conservas de productos de origen vegetal, zumos o bebidas de origen vegetal, semillas, flores, algas y productos secos/desecados/deshidratados.  

Aunque existen algunos casos, como el centro Jaca-Biescas o el que está arrancando en Biscarrués, como afirma la gerente de Adecuara, “Aragón necesita más centros de transformación agroalimentaria que den oportunidad a nuevos emprendimientos en el territorio”. 

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