Cuestión de carácter

Cuestión de carácter
Catedrático y exdecano de Filosofía de la UB

Clinton venció a Bush al insistir más en la economía que en la política exterior. Su estratega de campaña apuntó la frase: “La economía, estúpido”. En el reciente triunfo de Trump sobre Harris la economía ha sido decisiva, pero tanto o más la psicología. El carácter del nuevo pre­sidente.

Una cosa llama la atención: por qué ese factor no sale en los análisis y comentarios. ¿No será porque en tiempos de individualismo como el nuestro un individualista al poder no nos extraña? Muchos se ven reflejados en Trump. Por descontado, políticos y empresarios. Admiran a quien dice lo que piensa y se muestra como es –¡su misma firma!–, lo que ellos no se atreven a hacer. ¡Cuántos de aquellos cuyo interés personal pasa por encima de todo no van a salir ahora del armario!

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Norbert Bilbeny
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Pregunta: ¿Trump es como es porque tiene poder, o tiene poder porque es como es? Quizás lo segundo. Es todo un carácter. Heráclito escribió: “El carácter del hombre es su destino”. El destino de la humanidad se ha jugado también con él: de Darío I o Gengis Kan a Napoleón, Lincoln o Mitterrand. De este, por su altivez, Juan Carlos I dijo que era él quien parecía el rey. Trump reúne todos los calificativos, de altanero para arriba, a la hora de describir su carácter, como el de quien la convicción de ser grande supera a su ambición. No todos los lí­deres se creen así, aunque su ambición y disimulada soberbia nos lo puedan hacer pensar. Cuestión de carácter. Trump no es simpático, pero tampoco antipático. No es pingüino ni es cocodrilo. Es para muchos una tortuga gigante de la que se espera protección. La política mundial se cubre hoy de caparazones. Trump impone y después se echa un bailecito; halaga a su gente y les simula un puñetazo. Ofende­ la inteligencia de otros muchos, pero tampoco es un payaso ni un patán.

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Mark Schiefelbein / Ap-LaPresse

Pasaba un día ante la torre Trump de Chicago y una simpática pareja sénior me pidió que les hiciera una foto bajo el edificio. Al enfocarles, gritaron: “Go, Trump!”. No hay que olvidar que muchos ven en Trump a un tipo, pese a todo, real, protector y con carisma. Sabe contagiar el autoritarismo. La democracia es más sana, porque nadie es más que nadie. Pero recordemos que además de ser el régimen de la mayoría y los derechos, la democracia es una adhesión que saber despertar. La psicología, pues, cuenta mucho.

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