Aunque el pasado no nos define, lo cierto es que nuestra infancia si nos moldea, y las experiencias vividas de niños nos acompañan toda la vida. Para bien o para mal. En el caso de que crecieras con unos padres que constantemente priorizaron sus propias necesidades por encima de las tuyas, ese comportamiento puede haber dejado un profundo impacto en tu desarrollo, tu autopercepción y hasta en la forma en que te relacionas con otros. Tanto, que la psicología afirma que si creciste con unos padres egoístas, puedes mostrar siendo adulto los siguientes comportamientos. No significa que los tienes crecieras con padres egoístas, igual que tampoco que si creciste con padres egoístas debas tener todos, pero son rasgos comunes que se relacionan con este hecho en la mayoría de casos.
Te sueles sentir culpable al pedir ayuda
Si creciste con padres que siempre se ponían a sí mismos primero, pedir ayuda puede ser algo que te cueste más porque siendo niño aprendiste a reprimir tus necesidades o deseos, eligiendo valerte por ti mismo en todo momento. Evidentemente este comportamiento nace de una necesidad, pero eso no hace que sea más saludable. Pedir ayuda no es ni un signo de debilidad ni tener necesidades debería hacernos sentir culpables.
Toleras cosas que otros no tolerarían
Es posible que te hayas encontrado con una situación que otras personas consideran intolerable y que tú no veas por qué lo es. Esas conductas inconscientes nacen de que no experimentaste amor incondicional durante tu infancia. Como explican en Psychology Today, el miedo al rechazo en estos casos es muy fuerte y la tolerancia a las conductas abusivas también. Cuando tus padres constantemente anteponen sus necesidades a las tuyas, puede desdibujarse la línea entre el comportamiento aceptable y el inaceptable. Estás acostumbrado a que otros te traten mal y ese patrón aprendido no te extraña en tu vida adulta.
Siempre eres cuidador y muestras signos de “parentización”
La parentificación, término acuñado por el psiquiatra húngaro-estadounidense Iván Böszörményi-Nagy, es una inversión de roles entre padres e hijos. Es decir, el niño se convierte en el cuidador de sus padres. Según la psicología, los niños criados en familias disfuncionales terminan asumiendo un grado de responsabilidades mayor al que les corresponde para su edad y madurez.
Como explica Alejandra Falabella, directora del Doctorado en Educación UAH/UDP y docente de la Facultad de Educación UAH, a la CNN, “es positivo que los niños asuman responsabilidades gradualmente, pero siempre bajo la supervisión de los adultos”. Para Falabella, la infancia debe ser un tiempo de curiosidad y exploración, no de cargas inapropiadas. “La autonomía debe cultivarse con el apoyo y la seguridad de los padres, manteniendo roles diferenciados entre adultos e hijos”. Pero si los padres priorizan siempre sus necesidades por encima de las de sus hijos, es posible que la parentización se produzca y que esa dinámica se mantenga no solo con tus padres, sino con cualquier relación que inicies. Siempre eres el cuidador o cuidadora en tus relaciones y muestras además un sentido de responsabilidad hiperdesarrollado.
Te resulta difícil confiar e intimar con otros
En una casa en la que las necesidades de los padres están siempre por encima de las de sus hijos, es posible que los niños se sientan ignorados, sin apoyo o emocionalmente distantes. Esto explica las dificultades que encuentran esos niños cuando crecen a la hora de intimar con otras personas. Además, crecer con padres egocéntricos puede conducir a problemas de confianza en relaciones posteriores, como ocurre con muchos otros traumas infantiles, y eso nos puede llevar al aislamiento cuando somos adultos.
Eres una persona complaciente
No es que ser complaciente sea malo per sé, es que cuando somos excesivamente complacientes y ponemos las necesidades de otros por delante de las nuestras siempre, tenemos un problema. Nos dificulta poner límites, algo esencial en cualquier relación, y nos convertimos en lo que se conoce como people pleaser, un concepto psicológico que hace referencia a aquellas personas que hacen todo lo posible para hacer felices a los demás a expensas de sus propias necesidades o felicidad. En muchos casos, este comportamiento surge de un deseo profundo de ser querido o aceptado y si creciste con padres egocéntricos, es posible que busques complacer a los demás por necesidad.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis afirmaba que “se educa al niño para que conozca sus deberes sociales mediante un sistema de premios y castigos de amor, y de esta manera se le enseña que su seguridad en la vida depende de que sus padres (y, posteriormente, otras personas) lo amen y puedan creer en su amor por ellos.” Si tus padres fueron egoístas, tu valor estará supeditado por aquello que haces por los demás. O al menos esa es la percepción que tienes de ello. La buena noticia es que podemos poner límites y expresar nuestras necesidades sin que nos quieran menos.
Te cuesta cuidarte
Al hilo del punto anterior, si creciste en un entorno en el que tus necesidades se dejaban de lado constantemente, es posible que el cuidado personal no te resulte algo natural. Y con cuidado personal no solo nos referimos a un cuidado físico relacionado con hacerte una skincare. Nos referimos a reconocer y atender nuestras necesidades físicas, emocionales y mentales. Sean las que sean. Es entendible que si tus necesidades no fueron tenidas en cuenta durante tu infancia, ahora tengas más dificultades para cuidarte a pesar de que hayas crecido más independiente que otros niños.
Sientes que no eres “suficiente”
Como bien explican los expertos de Mundo Psicólogos, existen diferentes causas que pueden hacer que una persona acabe sintiéndose insuficiente, empezando por una baja autoestima, un exceso de perfeccionismo, la educación recibida y por supuesto, traumas del pasado que impactan en la forma de vernos. Crecer con padres que siempre se ponen a sí mismos en primer lugar puede dejarte con una sensación generalizada de insuficiencia, porque no importa lo mucho que te esforzaras de pequeño, lo mucho que lucharas por la aprobación y el amor incondicional de tu familia. Hicieras lo que hicieras, para ellos lo más importante y lo único que importaba eran ellos mismos. Al crecer, esa búsqueda constante de validación externa y ese miedo a decepcionar a los demás se mantiene, al igual que ese sentimiento de no ser “suficiente” para quien te rodea.
Fotos | De padres a hijas (2015)
En Trendencias | Las 126 mejores preguntas para conocer a alguien
En Trendencias | Ghosting: en qué consiste y qué tipo de persona lo suele realizarEn Trendencias | Las 14 películas eróticas más ardientes de la historia del cine
Ver 0 comentarios