Apenas pesa seis kilos y dejarlo al cuidado de otra persona te parte el alma. Lo sé porque hace apenas unos años pasé por ello y aunque nunca me planteé renunciar a mis ambiciones y a mi carrera profesional, la tentación de tomarme un tiempo libre para disfrutar de mi bebé era demasiado grande.
Pero, ¿está preparada nuestra sociedad para que nos bajemos del carro laboral durante un tiempo? ¿Es fácil tomarse un respiro, un “kit-kat profesional” para disfrutar de nuestros hijos y volver al cabo del tiempo como si nada? Miremos la situación y saquemos conclusiones.
Mi primera experiencia con tomarse un tiempo sabático para ocuparse de sus propios hijos la tuve a través de mi amiga Adela, ocho años mayor que yo y pionera en mi grupo de amigas en esto de quedarse embarazada.
Cuando tras la baja de maternidad mínima, Adela se reincorporó a su puesto de de directora de cuentas en una importantísima agencia de publicidad del momento, en vez de encontrarse con un cálido recibimiento se encontró con una carta de despido. Y también con la posibilidad de quedarse unos meses más en casa con su bebé de apenas cuatro meses y medio.
Aprovechando el tiempo del que disponía y que nunca antes se había tomado un respiro, mi amiga decidió quedarse embarazada de nuevo y cuidar durante un breve periodo de tiempo a los dos peques juntos.
¿Fue un error?
Ella dice que no se arrepiente, pero cuando dos años y medio después decidió volver al mercado laboral, encontrar un puesto de trabajo fue un auténtico reto. Nadie quería contratar a aquella exitosa directora de cuentas, que había llevado a clientes top en toda España y recogido premios, que hablaba inglés y era resuelta, que no había dejado de ser ella misma ni por un sólo momento… Pero había estado dos años y medio fuera del mercado. Y eso era imperdonable. Al menos, en publicidad.
Le costó más de diez años (más todo su empeño y recurrir a todos sus contactos) volver a conquistar el puesto que se merecía. Hoy es directora general de una agencia de publicidad, sus hijos son adolescentes y puede volver a dedicarse a la profesión que tanto adoraba sin haber renunciando a estar con ellos cuando eran más pequeños.
Pero... ¿le hubiera costado tanto llegar a ser directiva si no hubiera estado unos años fuera? Y es más: ¿es una excepción que una mujer que se ha tomado un tiempo extra para cuidar a sus hijos llegue tan alto?
Lo que dicen los números
Según datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística en España batimos récords en tener los niños cada vez más mayores somos el país de Europa que más retrasa la maternidad (30,6 años), sólo nos gana Italia, y parece que la situación no tiene pinta de invertirse.
En cierto modo tiene una explicación: las mujeres estudian tanto o más que los hombres (54% de mujeres en la universidad )y acceden en masa al mundo laboral, pero cuando llega el momento de plantearse la maternidad, la igualdad desaparece.
En un país donde lo normal es que las jornadas se alarguen como chicles, haya pausas de dos horas para comer, las reuniones empiecen a las seis de la tarde y lo de calentar la silla todavía sea la forma de hacer méritos es normal que cada vez muchas mujeres se asfixien intentando llegar a todo y haciendo el pino puente para poder conciliar (las mujeres dedican 173 minutos al día frente a los 77 de ellos).
Según Irene Lapuerta, profesora de la Universidad pública de Navarra y autora de la tesis Empleo, maternidad y permisos parentales en España, “el impacto negativo entre las mujeres de la formación de la familia es muy agudo en comparación con otros países del entorno. El número de parejas de doble ingreso ha aumentado un 20% en apenas diez años, pero cuando llegan los hijos tienen muchísimas más probabilidades de dejar el trabajo, coger una excedencia o reducir la jornada”.
Investigaciones como la realizada por Lapuerta o los datos del INE y del Eurostar confirman lo que nos tememos: el ritmo de la progresión de las mujeres en su puesto de trabajo tras el permiso de maternidad disminuye a menudo, al contrario que el de los hombres que también ha sido padres.
A partir de los seis meses de nacimiento del bebé, apenas un 50% de las madres se reincorporan a sus trabajos a jornada completa, en comparación con un 90% de los padres. El tiempo parcial y la jornada reducida triunfa entre las mujeres, pero no en ellos. ¿Se pagan caras estas opciones cuando se quiere volver meses o años después?
Pero ¿y pillarse un año sabático? La excedencia por maternidad es totalmente legal y cualquier mujer puede solicitarla de manera muy fácil si lo considera. Pero incluso en países tan avanzados como Noruega, el mejor lugar del mundo para ser madre dicen, se paga con desigualdad el hecho de ser madre cuando se vuelve al mundo laboral.
Según los datos, en este país el trabajo de la mujer se centra en un 69% en el sector público. Si miramos por ejemplo el número de ingenieros trabajando, sólo un 12% son mujeres, frente al 97% de profesores de guarderías y colegios. El 43%, además, tiene empleo a tiempo parcial frente al 13% de los hombres. Se puede decir que cuando la mujer tiene hijos empieza a trabajar a tiempo parcial mientras el hombre empieza a dedicar más horas al trabajo.
Lo que dicen las mujeres que lo han hecho
Para Paloma Hontañón, organizadora de eventos para emprendedores y correctora en una editorial, la elección casi fue obligada. Cuando sus padres enfermaron le fue imposible conseguir un trabajo que tuviera el horario o el sueldo necesarios para poder o bien atenderlos durante el día o bien contratar a alguien que lo hiciera por ella: "así que fui contentándome con hacer pequeñas colaboraciones puntuales.Así pasó el tiempo y cuando pude reengancharme había perdido el tren. Con lo que me reciclé y empecé de cero. Todo iba bien... hasta que llegó mi primer hijo... y luego el segundo"
En su caso, el parón fue forzado por las circunstancias al principio, pero continuado por el deseo de estar con sus hijos hasta los dos años.
Eso sí, Paloma reconoce que nunca dejó de formarse para seguir abriendo posibilidades en el campo laboral. Y sin desperdiciar ninguna ocasión. Fue así como hablando con otra madre en la puerta del colegio le surgió la posibilidad de trabajar de una forma flexible como asesora lingüística y correctora literaria para la editorial M&2. Y fue también otra charla en el colegio lo que le ha llevado a organizar las segundas jornadas Be Mum para la formación de emprendedores.
"La ley de dependencia y las medidas de conciliación son sólo dos mentiras para limpiar la conciencia de ciertos responsables", comenta, "el mundo laboral es la ley de la jungla, y naturalmente el que puede aprovecha el hueco que hay. Nadie da duros a peseta y no sería justo tampoco pretender competir con mujeres sin cargas que pueden dedicar horas sin fin al trabajo. Empresarialmente lo entiendo. Y conozco también a mujeres que teniendo cargas consiguen con mucho sacrificio mantenerse. No lo veo una lacra. Simplemente es la vida".
Lourdes estudio Derecho y tiene un Master en Derecho Comunitario Europeo. Durante un tiempo trabajó en Bruselas con una beca de la Comunidad Europea. Cuando regresó a España para casarse encontró un buen trabajo en un despacho de abogados, con un ambiente estupendo en el que hacía unas diez horas diarias. Pero... "al nacer mi primera hija empecé a salir antes de la oficina, y aun así siempre tenía la sensación de que ni hacía como yo quería ni mi trabajo, ni estaba lo que necesitaba con mi hija."
Cuando poco más de un año después tuvo una hija, Lourdes reconoce que empezó a pensar que era imposible ser la madre que quería ser y la abogada que quería ser: "y elegí. Poco antes de nacer mi segunda hija lo hablé con mi marido y me despedí. Mi jefe no lo entendió, mis compañeros tampoco, y mis padres lo respetaron aunque entiendo que después de todo debió ser una decepción para ellos".
Confiesa que nunca se ha arrepentido y que viendo a sus hijos se reafirma en su decisión, aunque entiende que otras madres no lo hagan porque su experiencia fue asfixiante. Echó de menos muchas veces el trabajo, pero fue su elección. Y cuatro años después de nacer su segunda hija su antiguo jefe le ofreció un trabajo de media jornada que no pudo rechazar: "suponía dejar a las niñas en el colegio, ir a la oficina, volver a tiempo para comer con ellas. Creo que fue la mejor época, poder combinar las dos cosas y disfrutar de las dos sin agobios".
Reconoce que trabajando media jornada no tiene las mismas responsabilidades que otros compañeros y está segura de que si se hubiera quedado en su trabajo su situación laboral sería otra. Pero confiesa que no sólo lo hizo por sus hijas; también lo hizo por ella. "Me había sido imposible hacer lo que yo creía que debía hacer".
"Creo que harían falta más guarderías en los centros de trabajo. El saber que tu hijo está ahí, que si pasa año puedes atenderle, que puedes acercarte a darle un beso, que vas y vienes con él mañana y tarde, nos haría las cosas más fáciles", termina.
Las conclusiones
Hace tan sólo unos días se publicó un informe con datos del Eurostat que confirma que las mujeres, en pleno siglo XXI, seguimos cobrando hasta un 14,9 % menos que los hombres. O en otras palabras: que tenemos que trabajar 54 días más al año para cobrar lo mismo que nuestros compañeros.
Las mujeres cobran a día de hoy lo que los hombres ganaban hace una década, lo que convierte a España en el sexto país europeo con mayor brecha salarial de género, solo por debajo de Eslovaquia, Alemania, República Checa, Austria y Estonia
Según este mismo estudio, en la franja de edad de 25 a 34 años la diferencia del salario medio anual entre hombres y mujeres es del 15%. Un porcentaje que se duplica hasta llegar al 30% en edades superiores a los 45 años.
Según el estudio, esta doble discriminación, dentro y fuera del trabajo (porque también son las que se hacen cargo del mayor porcentaje de las labores del hogar y del cuidado de los niños), es una de las principales causas por las que las mujeres españolas son las que sufren más estrés y más insomnio de Europa.
¿Es coincidencia o se pagan las consecuencias derivadas de nuestro derecho a pedirnos una excedencia o una jornada reducida?
Para expertos en el tema la brecha salarial entre hombres y mujeres tiene dos lecturas y una de ellas viene a explicar que las mujeres trabajan menos horas que los hombres y por eso cobran menos, aunque la razón por la que trabajan menos es que soportan la carga más fuerte de la organización doméstica y el cuidado de los niños. Por eso la precariedad laboral se ceba, sufrimos más paro, sueldos más bajos y tenemos menos posibilidades de ascender a puestos directivos.
¿Nuestro mejor aliado? Las empresas que apuestan por la conciliación
Son cada vez más y han venido para quedarse. Y dar ejemplo. Grandes marcas como Mercadona, Iberdrola, Volkswagen o Repsol, entre otras que son el mejor ejemplo de que contar con trabajadores felices sale muy rentable y pueden tener resultados económicos brillantes al mismo tiempo que facilitan la conciliación, lo que se traduce en más igualdad.
Y no sólo nos referimos a los puestos de trabajo tradicionales como los funcionarios, los de la banca o la enseñanza. Mercadona por ejemplo, no abre nunca los domingos y respeta al máximo los horarios de sus trabajadores. Iberdrola ha fomentado la jornada continua durante todo el año y no sólo en verano y Repsol ha apostado por el teletrabajo. Y según la Radiografía Sage de la Pyme del año 2015, el 80% de las PYMES se muestran a favor de la conciliación y va racionalizando horarios.
Quizá sea cuestión de tiempo, de seguir luchando por esa igualdad tan deseada y de no rendirse para que la conciliación sea real.
Imágenes | Pixabay.
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