El ayuno intermitente lleva unos años en boca de todos y cada vez son más las personas que se animan a probarlo. Pero la realidad es que a pesar de su fama, sigue generando muchas dudas y mitos. No es raro que cuando nos adentramos en un hábito nuevo podamos cometer algunos errores que no nos permiten obtener los mayores beneficios. Esto también ocurre con el ayuno. Por ello, aquí te dejamos siete de los errores más habituales y cómo los puedes evitar.
Lanzarte directamente al ayuno sin una adaptación previa
La idea del ayuno intermitente es sencilla: ayunar durante x horas (las que tú elijas) y tener una venta donde puedes comer de x horas. El mecanismo es sencillo y no es raro que algunas personas sientan la tentación de empezar del tirón y con la opción más exigente, pensando que será la que ofrezca más beneficios más rápido.
El problema es que nuestro cuerpo está acostumbrado a unos horarios de comida y hacer el cambio de golpe puede suponer que le cueste mucho adaptarse y que, al final, nos rindamos a los dos o tres días o que no cumplamos bien con los horarios de ayuno. Podemos empezar por ir atrasando el desayuno y adelantando la cena una o dos horas y cuando lo podamos hacer fácilmente ir avanzando hasta llegar a nuestro ayuno deseado.
Excederte con los horarios de ayuno
Existen muchos tipos de ayunos: desde los más sencillos 12/12 hasta el exigente 24/0 o, incluso, de 48 horas. No es raro querer lanzarnos a la versión más difícil buscando más beneficios. La realidad es que el ayuno muestra beneficios en todas sus versiones, y por ello, lo importante es buscar el que mejor se adapta a nosotros, no el que más largo es.
Especialmente porque si empiezas con uno muy exigente es fácil que te resulte tan difícil que no lo sostengas en el tiempo y este protocolo de alimentación es beneficioso a largo plazo. Una vez que te haces a un ayuno que te resulte sencillo de seguir es posible que puedas seguir avanzando si lo deseas o quizás no.
No realizar una planificación adecuada
Muy ligado con todo lo anterior está el hecho de no hacer una buena planificación antes de empezar a seguir el ayuno intermitente. Pensar bien qué tipo de ayuno vamos a realizar, a que hora solemos comer, qué actividades tenemos durante la semana y en qué horarios y qué opción se adapta más a nosotros.
También lo que vamos a comer, si lo vamos a dejar preparado o no, si tenemos planes con otras personas y qué haremos en esos casos, si podemos ayunar en el trabajo, etc. Tener un plan claro no solo es de ayuda, sino que es muy importante.
Comer sin prestar atención a los valores calóricos y nutricionales
La realidad es que el ayuno intermitente no establece qué podemos comer y qué no, pero tanto si lo seguimos para perder peso como para cuidar nuestra salud, hay una serie de cosas que hay que tener en cuenta. Por un lado, si consumimos más calorías de las que quemamos - aunque sea en menos horas - no vamos a perder peso. Y, por el otro lado, el consumo habitual de alimentos ultraprocesados, azúcares añadidos y grasas trans está relacionado con problemas de salud aunque hagamos ayuno. Es por ello que, sea cual sea nuestro objetivo, cuidar los valores nutricionales de lo que consumimos es importante.
Crearte expectativas poco realistas que llevan a la frustración
Aunque el ayuno intermitente nos ayude a cuidarnos y a perder peso, la realidad es que se trata de un protocolo a largo plazo que no va a ofrecer milagros el primer día. De hecho, no va a ofrecer milagros nunca. Sí que es posible que te notes en seguida que estás menos hinchado o que sientas que hacer mejor la digestión y que, a largo plazo, nos puede ayudar a perder peso y a cuidar de nuestra salud. Pero por sí mismo no hace milagros. Este cambio debería ir acompañado de otros hábitos saludables y en conjunto ofrecerán los mejores resultados.
Esperar resultados inmediatos
Si nos adentramos en un protocolo de alimentación que exige cambios importantes en nuestros hábitos con unas expectativas muy altas - y muy rápidas - con respecto a los resultados, es posible que nos frustremos muy rápido y lo dejemos, no pudiendo obtener los beneficios que aporta a largo plazo. Y es que el ayuno no nos va a hacer perder peso milagrosamente ni va a mejorar nuestra salud en un solo día. Es un proceso a largo plazo. Un nuevo hábito de vida.
Centrar todo nuestro día y nuestros pensamientos en el ayuno
La idea de la preparación y de hacer un buen plan es, precisamente, evitar que esto ocurra. No se trata de adaptar nuestras vidas al ayuno intermitente, sino de adaptar el ayuno a nuestras vidas, de manera que no interfiera con ella y que no tengamos que pensar durante todo el día en cómo vamos a hacer para que todo coincida.
El hecho de estar pensando todo el día en el ayuno lo hace mucho más difícil, provoca que pensemos mucho más en comida y tengamos más sensación de hambre de la que físicamente realmente tenemos. Por ello, no centrar tu día en el ayuno te pone las cosas más fáciles.
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