Erotismo e Instagram: el sofocante arte de sortear la censura en las redes
Tres artistas españoles –Pachu M. Torres, Sandra Torralba y Nudencre– nos relatan su experiencia con los nuevos «censores sociales» contemporáneos
Ilustración de Pachu M. Torres, subida a Instagram, con un emoji para tapar el pezón
Derritamos el hielo filoménico con la endiablada sensualidad de los pequeños detalles. Así, al menos, lo postula el ilustrador erótico Pachu M. Torres , que, en lugar de dibujar la escena completa, gusta de enfocar el plano corto de unas manos agarrando carne, o unas ... braguitas ya por los tobillos, lo que permite al observador erigir la fantasía que quiera en su cabeza, «rellenar todos los huecos de la historia con la imaginación». Junto a su predilección por los colores neón y flúor, la insinuación sería su marca personal. Paradójicamente, también tiene otra plusmarca: 12 cuentas cerradas en Instagram por infringir sus normas comunitarias de desnudo y actividad sexual.
Aficionado al rock industrial de Marilyn Manson o al irreversible cineasta Gaspar Noé , Torres comenzó a dibujar a los 5 años, y ahora con 35 es profesional de brillo, trabajando para «Playboy» , «Showtime» e incluso hace años en ABC . Además, tiene centenares de miles de seguidores en las redes sociales, claves para promocionarse. «Desde 2012 llevo soportando y sobreviviendo a la censura. Mis clientes son, sobre todo, de USA y del norte de Europa. Cada vez que mis cuentas desaparecen, el tráfico de mi web disminuye considerablemente», explica. ¿Imaginan lo arduo que es reabrir sistemáticamente una nueva tienda desde cero? En estos tiempos de sabotaje a Trump en redes, el caso de este dibujante le antecede. Y, en absoluto, es algo aislado. Sin entrar en absurdas comparaciones, pocos antes se indignaron...
Porque el cuerpo al natural aún escandaliza, como vimos hace dos años con el veto del Reino Unido o Alemania a celebrar el centenario de Egon Schiele y sus mundialmente famosos desnudos. Así, las redes prolongan la hiperprudencia del espacio público, con sus cotas excéntricas. Como cuando Facebook eliminó por «pornográfica» la Venus de Willendorf , una escultura del paleolítico, o cuando echaron a un usuario por compartir la mítica obra «El origen del mundo» , de Gustave Courbet . «Voy a postear gatitos que gustan más», se quejaba hace un mes el actor Paco León , después de que Instagram le borrara un vídeo bizarro, volviéndose viral su lamento.
La artista visual Sandra Torralba no va por mal camino tampoco, son ya cinco sus cuentas eliminadas por «Insta». Con obra en la colección permanente del Museo del Sexo en Nueva York , la fotógrafa ha expuesto en ferias por todo el mundo también nacionales, como PHotoEspaña y JustMad . En su última muestra, titulada «Querido Instagram» , aborda la discriminación de género que practican las redes sociales. «Como artista audiovisual mujer que trabaja el autorretrato y el erotismo mi contenido parece ofender, pero si fuera hombre no estaríamos hablando. En un lenguaje más llano, me han borrado las cuentas por ser mujer y querer tener los mismos derechos que los hombres en redes sociales».
Torralba forma parte del movimiento «Free the nipple» («Libera el pezón»), que reivindica el derecho de la mujer a enseñar su cuerpo. ¿Por qué Instagram os censura? «Porque construye el cuerpo de la mujer como algo sexual independientemente del contexto, las acciones o deseos del sujeto, quedando este sexualizado en todo momento. Es como si el cuerpo de la mujer por su mero hecho trajera sexo a la mesa . Lo sexual se considera peligroso para las audiencias menores de edad y así, mientras se confunde pezón con desnudo, desnudo con sexual y sexual con sexualizado, se prohíbe mostrar el cuerpo femenino y se castiga», explica. ¿Pero por qué es importante poder mostrar el pezón femenino? «Permitir la censura selectiva es permitir que se trate de forma diferente a hombres y mujeres por su atribución de género, es la representación gráfica de una cultura que no permite las mismas oportunidades a todos sus miembros». La artista denuncia, además, que esta red social «va tan lejos como para poner en la misma categoría de “fetichismos no permitidos” el canibalismo y la menstruación».
Ilustración de Nudencre
Alejandra, más conocida como Nudencre , «solo» lleva dos cuentas capadas. Periodista de profesión, dibuja todos los días, tal cual aprendiera de niña en las academias de pintura, para desconectar ahora de las «adulteces» del trabajo, las reuniones o las fechas de entrega. Le basta un cuaderno y un bolígrafo «Rotring». En 2016, abrió su primera cuenta en Instagram, hija del amor de una relación a distancia. «Era una manera de estar más juntos, de mantenernos unidos. Él estaba en Bilbao y yo en Madrid. En lugar de hacerlo solamente para él, decidimos que sería bonito compartirlo», cuenta. Pero un año después, la red social de Zuckerberg le bajó la persiana a sus delicadas escenas amatorias. «Cuando me ocurrió la primera vez, no quería volver a abrirla. Fue muy frustrante porque es mucho trabajo el que se pierde, por tener que subir todas esas imágenes y recuperar la comunidad que has creado. Entonces no tenía ni pizca de ganas, pero me escribió un chico que se había hecho un tatuaje con uno de mis dibujos y me animé a volver. Gracias a él, que tenía sus seguidores y me dio publicidad, y a otros artistas que avisaron de la nueva cuenta, conseguí recuperarme y aquí estoy». 315.000 seguidores admiran hoy sus publicaciones diarias. Y en su «Insta», ahora privado, se puede leer: «La cuenta anterior fue eliminada. Dibujos eróticos. Si no te gustan, bloquea».
Autocensura
Desde su amplia experiencia «cancelada», el plusmarquista Torres ha observado el recrudecimiento de los motivos para retirar contenido y cuentas, quedándole claro que «se valora a la hora de censurar que el arte sea más o menos realista. Lo cual es tremendamente absurdo». Torralba dice que «hace muchas cuentas» que dejó de infringir las normas, y ahora aplica su propia censura previa: «Pero he podido comprobar que me eliminan publicaciones y cuentas incluso si no hay infracción . Una vez borraron una pintura de mi rostro con agua cayéndome por la boca, prevaleciendo la interpretación subjetiva de esa imagen (alguien debió ver semen en vez de agua) por encima de la realidad objetiva de la imagen. Y sin criterios objetivables es imposible jugar su juego». Nudencre también sortea la censura… a través de la autocensura: «La estrategia es no subir contenidos que ellos puedan eliminar. A veces frustra, porque cuando tú haces un dibujo lo haces para expresarte. Tener que limitarte de esa manera es un poco desagradable».
¿Hablaríamos de un tipo de censura franquista 2.0.? Para Torres «no, porque en este caso no se aplica homogéneamente a todos los usuarios». Nudencre incluso niega la mayor: «A mí censura me parece una palabra muy grande. Por censura mueren periodistas todos los años en países en donde realmente se aplica esa censura». Torralba sostiene que «practican una censura hipócrita, machista, sexista y puritana y se extiende a la casi totalidad de las redes sociales». Coinciden en señalar que Twitter es la más laxa y que Tumblr estaba bien pero «siguiendo la estela de la censura» se ha vuelto muy estricta «perdiendo millones de usuarios». «Por supuesto, en Facebook a mi contenido no se le permite que tenga promoción o publicidad de pago», añade Torres. El ilustrador asturiano considera que Twitter es la «única red social que trata a los adultos como a adultos », y Torralba recuerda que «mientras que informes de que contenido es sensible, puedes publicar los contenidos que quieras» pero perpetuando «que pezón, desnudo, sexo y pornografía son la misma cosa. Personalmente me gustan las 4 cosas, pero no son lo mismo».
Y, al contrario del ritmo de la noche censora, no creen que la sociedad se haya vuelto más pacata. « Cada vez se habla más abiertamente, y más nosotras, de sexo. Me gusta pensar que hay un progreso para normalizarlo y dejar de tratarlo como un tema tabú », opina Nudencre. El dibujante coincide: «Hay más apertura. Sin embargo estas redes sociales justifican una mojigatería absurda porque quieren que haya un inmenso número de usuarios, mezclando niños con adultos. Y, al ser redes globales, integran sociedades más censoras o intransigentes».